El Homo Sapiens, animal racional, es además un ser recíproco, capaz de realizar grandes gestos con absoluto desinterés.
El ser humano no es tan sólo un animal del que podamos decir que en ocasiones logra usar su razón para llegar a realizar cosas grandes que permanecerán en el tiempo, sino que además es aquel que es capaz de conciliar su instintividad, su emocionalidad y su racionalidad para conquistar una plenitud interior cada vez más vasta.
El hombre logra realizar gestos que brotan del desinterés más absoluto y que persiguen un bien común del todo universal.
El hombre logra realizar gestos que brotan del desinterés más absoluto y que persiguen un bien común del todo universal.
Esta felicidad profunda está estrechamente ligada y vinculada con la capacidad que la persona tiene de poder ser un homo reciprocus, es decir, aquel que logra realizar gestos que brotan del desinterés más absoluto y que persiguen un bien común del todo universal. Tal vez el verano nos deje descubrir este hermoso fruto que ya pende en la interioridad de muchas personas alrededor del mundo y que logra reencantar la mirada de aquellos otros que, más pesimistas, no logran conquistar la medida de esperanza necesaria para afrontar con el ilusión el día a día.
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