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Iom Kipur, día del perdón

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Sergio Bergman

En el día de Iom Kipur “somos llamados a la reflexión, al perdón y a la reconciliación que nos permite hacernos responsables, respondiendo con fe y esperanza a los desafíos que la vida y el país nos proponen”.


shofarblowing1La tradición judía celebra en estos días la renovación del año y de la vida, simbólico aniversario de la creación del mundo. Somos llamados a la reflexión, al perdón y a la reconciliación que nos permite hacernos responsables, respondiendo con fe y esperanza a los desafíos que la vida y el país nos proponen.

Hoy, con la salida de la primera estrella, comienza Iom Kipur, que no es, como comúnmente suele traducirse, el día del Perdón, sino el día de la expiación. Esto se remonta a la época del Templo de Jerusalem, cuando los pecados del pueblo se expiaban a través del sacrificio de “chivos expiatorios”. Pero con el judaísmo rabínico, la responsabilidad se “les devuelve” al individuo y a la comunidad. Los errores, los pecados no son expiados a menos que nosotros mismos nos hagamos cargo de ellos.

El perdón es, por un lado, trabajar la propia capacidad de pedirle al prójimo que nos perdone, es buscar en nuestro interior, es evaluar los actos y designar con quiénes queremos intentar una reparación. Pero, además… es trabajar la capacidad de perdonar, de no despreciar el pedido de perdón del otro.

Es nuestro deseo que todos los hombres y mujeres que habitamos la bendición de nuestra tierra, podamos reconocernos como hermanos y celebrar la vida, recuperar la familia humana y la sociedad argentina, en la que los valores de una ciudadanía activa nos devuelvan la tierra de prosperidad, en pan y trabajo, y de paz, en seguridad y justicia, con la que soñaron nuestros abuelos inmigrantes y los padres de la Nación.

Con nuestras mejores bendiciones en el año que se inicia, renovamos nuestro compromiso por una Argentina más amorosa, justa y humana para todos sus habitantes, en la que la unidad nacional de nuestras diversidades encuentre la gracia del Creador y de todos los hombres sin distinción.

Gmar jatimá tová, que seamos inscriptos en el libro de la vida.

Sergio Bergman


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