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Noche y día

Mirando al cielo estrellado, quizás te ha venido a la mente esta idea: cuán raro y precioso es un planeta con luces y sonidos, y con seres que ven, oyen piensan y sienten.


El vasto universo en el habitamos es oscuro, silencioso, desprovisto de color y de sonido, casi vacío. Las brillantes estrellas, sistemas solares y galaxias que se encuentran diseminadas en sus inmensos espacios, no son sino una parte infinitesimal de su cuerpo, que es en gran medida el espacio vacío entre ellos. La tripulación del Apolo 11 tardó tres días completos viajando en ese frío y oscuro vacío para llegar a nuestro vecino celeste más cercano, la luna. Cuando finalmente alunizaron, descubrieron que la luna es tan fría y vacía como el espacio que la rodea.

La luz brilla sobre cada paisaje que disfruto, sobre cada rostro que me sonríe. El sonido crea una profundidad en todo lo encendido.

El sustrato en el que cada objeto del universo está situado, es un espacio vacío sin límites. Sin embargo, pequeñas manchas de luz, que llamamos estrellas, se esparcen a través de esta oscuridad casi infinita. Y alrededor de estos ardientes objetos giran algunos planetas, sobre los que residen pequeños trozos de materia, elementos y rocas. En un porcentaje extremadamente pequeño de estos objetos, un día aparece el hecho más extraño en el cosmos: un organismo que comprende y reacciona hacia su entorno. Los seres humanos somos los “objetos” más raros del universo. Aún si asumimos que hay otros planetas con vida en el universo, son muy raros y una infinitésima minoría. Nosotros somos una excepción en el universo, casi una anomalía.

Cada vez que sale el sol, extingue no solo la noche aquí en la Tierra, sino también la Gran Noche que atraviesa el universo. El día cancela la noche, en un evento milagroso del que todos somos testigos una vez cada veinticuatro horas. Más aún; el hombre, en una escala mucho menor, ha adquirido la habilidad de anular esta gran noche: cada vez que prendemos una lámpara para leer de noche, de alguna manera vencemos la omnipresente oscuridad del espacio interestelar. Aquí, en este pequeño e inconspicuo rincón de la galaxia, hay un ser que parece contradecir el estado normal del cosmos.

Aunque el universo está atravesado por la oscuridad y el silencio, la Tierra, y la vida del hombre en ella, está llena de luz y sonidos. La luz brilla sobre cada paisaje que disfruto, sobre cada estructura humana que encuentro, sobre cada rostro que me sonríe. El sonido crea una profundidad en todo lo encendido: la brisa es el sonido de la naturaleza, las cigarras son la música de fondo de la vida, la voz humana es la milagrosa expresión del alma.

Nicos Hadjicostis

“Día y noche”, grabado de M.C. Escher (1938)


Nicos Hadjicostis, escritor nacido en Chipre, dejó la vida de negocios para dedicarse a viajar por el mundo. Recientemente ha publicado el libro “Destino Tierra: una nueva filosofía de viaje”, en el que propone ver al mundo como un único país, sin fronteras: “Si por un momento pensamos que no existen fronteras que separen a un país de otro; si nos damos cuenta de que esas fronteras no son sino líneas imaginarias trazadas en los mapas y en las mentes de los historiadores, entonces podremos ver a nuestro planeta como un solo país, como un único destino”.


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