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“Nunca hay que rendirse”

Yusra Mardini, joven siria de 18 años, salvó su vida en las aguas del Mediterráneo, nadando 3 horas y media de Turquía a Grecia, cuando el bote cargado de refugiados comenzaba a hundirse. Ahora, en las olimíadas de Río, compitió en natación como parte del equipo de refugiados.


“Nunca hay que rendirse”. Contundente, rotundo, cargado de esperanza, así sonó el mensaje que lanzó el pasado sábado a los cuatro vientos la nadadora refugiada siria Yusra Mardini, una auténtica heroína, una ganadora, pese a que de su cuello no cuelgue una medalla. La encarnación del espíritu olímpico. No nadó la carrera de su vida en Río, pero espera regresar en 2020 a Tokio para ganar una presea.

Da igual que la joven siria de 18 años haya dejado la gran escena olímpica del miércoles, tras las series de 100 metros libres, en la 45ª posición (de 46), a casi 12 segundos de la más rápida. El triunfo de Mardini no se mide en puestos ni en marcas. La victoria de Yusra consiste simplemente en poder competir, en seguir viva.

“Fue verdaderamente estresante”, dijo tras su última carrera. “Pensé en demasiadas cosas y no nadé muy bien. Sabía que mucha gente me miraba”.

“Con una mano sujetaba la cuerda que estaba atada al bote, mientras que nadaba con la otra y los pies… Fueron tres horas y media en aguas heladas”

Yusra disputó la carrera de su vida hace un año, en las aguas del Mediterráneo, en los pocos kilómetros que separan las costas turcas de la isla griega de Lesbos. A diferencia de otros miles de refugiados que han perdido la vida en el último año al tratar de huir por mar de la guerra de Siria, Yusra Mardini logró escapar del fatal destino que le aguardaba en las oscuras y frías aguas del mar Egeo.

Cuando la embarcación sobrecargada en la que cruzaba con otros refugiados amenazó con hundirse, Yusra, su hermana y una tercera mujer se lanzaron al agua para remolcarla, nadando varias horas.

“Con una mano sujetaba la cuerda que estaba atada al bote, mientras que nadaba con la otra y los pies”, explicó Mardini antes del inicio de los Juegos.

“Fueron tres horas y media en aguas heladas”, añadió la nadadora siria que, pese a todo, prefiere encontrar una lección positiva a tan dramática experiencia. La natación, la pasión que ha marcado su vida desde que su padre le enseñó a nadar a los 3 años, le salvó de la muerte.

Un deporte que volvería a cambiar radicalmente la vida de Yusra Mardini meses más tarde, cuando el Comité Olímpico Internacional la incluyó como integrante del equipo de refugiados que competiría en las olimpiadas de Río.

“Es un sueño hecho realidad. Los Juegos Olímpicos son todo, es una oportunidad en la vida”, señaló Mardini, que tras sobrevivir a las aguas del Egeo, tuvo que enfrentarse a otro largo y penoso viaje por media Europa hasta recalar definitivamente en Alemania.

Ni bien llegó al campo de refugiados en los alrededores de la capital germana, que se convirtió en su primer hogar en Alemania, Yusra Mardini preguntó por la piscina más cercana para retomar las prácticas que había interrumpido con el inicio de la guerra civil en Siria.

De este modo, Mardini, que antes de huir de Siria ya se encontraba entre los nadadores supervisados por el Comité Olímpico Sirio, volvió a tomar contacto con la piscina, en la que no tardó en llamar la atención de los técnicos del club Wasserfreunde Spandau 04 de Berlín, que la incluyeron en su grupo de entrenamientos.

Un nuevo comienzo, una nueva vida, que tenía como meta los Juegos Olímpicos de Tokio. Anhelo que se adelantó gracias al apoyo del Comité Olímpico Internacional, que por primera vez en su historia decidió incluir en Río un equipo de refugiados.

“No hablamos el mismo idioma y procedemos de distintos países, pero la bandera olímpica nos une, y ahora representamos a 60 millones de personas de todo el mundo. Mucha gente ha depositado su esperanza en nosotros y no queremos defraudarles”. Un deseo que Yusra Mardini cumplió, y con creces.

“Mucha gente me envía mensajes para decirme cuáles son sus sueños y que yo me he convertido en su ídolo. Estoy muy contenta, es una gran responsabilidad”, explicó la joven, que retomó el gusto de la competición y va más lejos a partir de ahora. “Espero estar en los próximos Juegos, pero nadando más rápido. Quiero una medalla, así que tengo trabajo por delante”, señala.

Queda por saber con qué bandera estaría en Tokio 2020. “Siria y Alemania son mis dos países pero ahora el COI (Comité Olímpico Internacional) también lo es. Pertenezco a tres países”, concluyó Mardini en Río.

Fuente: www.elespectador.com


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