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La pregunta ¿Por qué?

David Steindl-Rast

Toda persona tarde o temprano se enfrenta con los grandes interrogantes de la vida: ¿Por qué? ¿Qué? ¿Cómo? La primer pregunta, el ¿por qué?, nos conduce al Silencio del cual provienen todas las cosas.



Texto completo de la charla

Actualmente muchas personas sufren lo que podríamos llamar una falta de orientación en la vida. Simplemente sienten que están perdidas en el mundo. Si pensamos en épocas pasadas, como por ejemplo la edad media, la gente tenía todo un marco de referencia. Así, todos los interrogantes tenían respuesta: ¿Por qué estamos aquí? Porque Dios nos ha creado. ¿Para qué? Para salvarnos. ¿Cómo lo logramos? Cumpliendo los mandamientos de la iglesia, y viviendo de tal manera que lleguemos al cielo. De este modo se tenía un panorama bastante claro, asumido por toda la sociedad y aceptado por todos; la gente sentía que, aunque a veces se le hiciera difícil vivir de acuerdo a este panorama, tenían un marco de referencia, una orientación, una especie de mapa de la vida.

En nuestros días no tenemos ningún mapa; los hemos perdido. Y los hemos perdido por varias razones; una buena razón es que se es más fiel a la vida cuando no se tiene un mapa fijo, ya que la vida es algo que cambia constantemente. Por eso en cierto sentido hemos ganado en fidelidad a la vida, pero por otro lado hemos perdido nuestra orientación. Necesitamos recuperar esa orientación, ya que no podremos ser felices mientras sigamos desorientados.

Cuando queremos orientarnos, por ejemplo si estamos escalando una montaña o navegando en el mar, debemos comenzar allí donde nos encontramos. No podemos de todos modos comenzar en alguna otra parte; necesariamente comenzamos donde estamos. Así, para orientarnos en la vida, debemos comenzar por nosotros mismos, y por nuestro deseo de felicidad. “Aquí estoy. Estoy vivo. Quiero ser feliz. Quiero vivir con alegría y en paz”. Todo ser humano puede decir esto. Para encontrar esa alegría y esa paz, necesitamos vivir agradecidos; y para vivir agradecidos es preciso detenernos, mirar y actuar.

Detenernos para darnos cuenta de las oportunidades que se nos ofrecen; mirar dichas oportunidades y actuar respondiendo a ellas. Obrando así podremos alcanzar la felicidad y la paz. Sin embargo, esta paz no es estática; no se trata de decir simplemente “acepta lo que tienes y sé agradecido por ello”. Por el contrario, se trata de una interacción dinámica con la vida, momento a momento. Nos detenemos para ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor; miramos para ver lo que el momento presente nos ofrece, y respondemos actuando con todo nuestro empeño, con pleno entusiasmo.

No se trata de decir simplemente “acepta lo que tienes y sé agradecido por ello”. Por el contrario, se trata de una interacción dinámica con la vida, momento a momento. Nos detenemos para ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor; miramos para ver lo que el momento presente nos ofrece, y respondemos actuando con todo nuestro empeño, con pleno entusiasmo.

Al detenernos para observar la realidad, necesariamente nos plantearemos las tres grandes preguntas que todo ser humano debe afrontar en su vida: ¿Por qué? (¿Por qué existe todo lo que existe?) ¿Qué? (¿Qué es cada cosa que me rodea?) ¿Cómo? (¿Cómo debo vivir?) Estas son las tres grandes preguntas existenciales. Al detenernos, mirar y actuar nos encontramos con estas preguntas, y en nuestra búsqueda de orientación, podremos hallar nuestro rumbo en la dinámica de estas tres preguntas: por qué, qué y cómo. Nos puede ocurrir que vivamos “en la superficie” durante mucho tiempo, pero tarde o temprano algo hará que nos detengamos y nos preguntemos: “¿Por qué me ocurre esto? ¿Quién soy? ¿Por qué, en definitiva, existe lo que existe?”

Este por qué nos conduce a una profundidad que es insondable, ya que no existe una respuesta cabal para el por qué. Podemos preguntar por qué, y por qué, y por qué, y adentrarnos cada vez más profundamente en la existencia y en la realidad, y así llegamos al silencio, allí donde ya no hay palabras, donde ya no hay respuestas. A este silencio podemos llamarlo oscuridad, o bien la nada, pues allí no hay ninguna cosa*. Detrás de cada cosa se esconde el “¿por qué?”; detrás de cada uno de nosotros también, “¿por qué?” Toda la realidad desemboca en este silencio insondable.


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