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Las preguntas ¿Qué? ¿Cómo?

David Steindl-Rast

La pregunta ¿Qué? nos conduce a la Palabra, entendida como toda persona, cosa o situación ante las cuales nos encontramos y que nos “habla”. La pregunta ¿Cómo? nos conduce al Amor, ya que el amor es la respuesta acertada al cómo actuar.



Texto completo de la charla

La segunda pregunta que todo ser humano tarde o temprano se plantea, es qué. “¿Qué es todo lo que me rodea?¿Qué soy yo?” Al hacernos esta pregunta, descubrimos que ella nos conduce a aquel mismo misterio, a aquella realidad insondable con la que nos enfrentamos y que no podemos comprender plenamente, sino solo vivirla. El qué nos lleva a hacernos nuevas preguntas: “¿Qué es esto? ¿Qué es aquello otro?” Al hacerlo, descubrimos que todas las cosas son mutuamente interdependientes; nada puede ser definido por sí solo. Podemos mentarmente aislar una cosa de todo lo que la rodea, pero en la realidad ella no está aislada, sino que cada ser está conectado con todos los demás, con todo lo que existe.

Tomemos como ejemplo una porción de pastel en un plato. Lo que comemos es tierra; todo ser humano se alimenta de la tierra. Nuestro alimento es tierra que ha sido transformada. El pastel está hecho con harina; la harina se hace con trigo, y el trigo nace de la tierra. La tierra se transforma en trigo, el trigo se transforma en harina, y la harina se transforma en nuestra comida. El pastel está hecho además con huevos. Los huevos provienen de las gallinas, y éstas también provienen de la tierra, ya que se alimentan con los granos que brotan de la tierra. En definitiva, aunque sea transformado, todo proviene de la tierra; y además, como decíamos, todo está conectado con todo. Esta porción de pastel en el plato no es solo esta porción de pastel, sino todo lo que está detrás de él: la primer mujer que inventó cómo cocer la harina, el descubrimiento del fuego… En otras palabras: incluso algo tan simple como una porción de pastel es algo ininteligible; si llevamos nuestro ¿qué? hasta sus últimas instancias, nos damos cuenta de que no tenemos una respuesta final. Cualquier realidad, sea lo que fuere, al someterla a este ¿qué? hasta sus últimas instancias, nos conduce al misterio, ese misterio que no podemos comprender, y que sin embargo nos sostiene.

“¿Cómo debo vivir?” La respuesta es: escuchemos cada palabra que nos interpela y respondamos a ella viviendo en plenitud; demos una respuesta plena al momento presente.

Podemos mirar también a esa porción de pastel desde otra perspectiva: está hecha de moléculas; las moléculas están compuestas de átomos; los átomos están compuestos de partículas subatómicas… y así, cuanto más profundamente y con mayor precisión lo analicemos, tanto más nos daremos cuenta de que no podemos decir si quiera si se trata de materia o de energía. Este análisis culmina, una vez más, en aquel misterio insondable. De todos modos, la porción de pastel es algo para nosotros; la llamamos “pastel”, así como llamamos flor a una flor, persona a una persona… La pregunta acertada entonces es: “¿Qué es esto o aquello para nosotros?” Y la respuesta lógica es que esto o aquello es una palabra para nosotros, ya que nos dice algo. Cuando alguien nos dice “pastel”, lo entendemos porque dicha palabra tiene un significado. El significado de las cosas se expresa en palabras.

Luego viene la tercer pregunta: cómo. Toda persona tarde o temprano se pregunta “¿Cómo puedo vivir?” “¿Cómo puedo hacer tal o cual cosa?” En última instancia, este “¿cómo?” no tiene respuesta. Es la pregunta que concierne nuestro vivir; no podemos pretender encontrarle explicaciones a la vida, sino simplemente vivirla.

No busquemos entender la vida orientándonos con un mapa; como decía al principio, hemos superado la época de los mapas. La época actual es la época de las relaciones. Mediante la primer pregunta, por qué, podemos entendernos a nosotros mismos en relación con aquel Silencio que todo lo penetra, y del cual todo proviene. Ese silencio es la nada, pero no una nada vacía, sino una nada fértil, a partir de la cual surgen todas las cosas. El qué hace relación a todas las cosas o palabras que surgen de ese silencio, de esa nada. Y el cómo nos guía a la vida, entendida como una respuesta a dichas palabras.

Nuestra tarea consiste en escuchar atentamente cada palabra con la que nos encontramos, y responder a ella. A cada momento nos encontramos en la encrucijada de estos dos ejes de relación: el eje vertical que nos conecta, mediante el por qué, con el Silencio; el eje horizontal que nos conecta, mediante el qué, con todo lo que existe. Situados en esta encrucijada, nos preguntamos cómo. “¿Cómo debo vivir?” La respuesta es: escuchemos cada palabra que nos interpela y respondamos a ella viviendo en plenitud; demos una respuesta plena al momento presente. Podemos hacerlo mediante el detenernos, para escuchar el por qué; mirar para observar el qué; y actuar, es decir, respondiendo a la pregunta cómo. ¿Cómo vivir? Con amor; es decir, estableciendo una relación con todo lo que existe.


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