El hermano David responde a esta pregunta en base a la propuesta del Dalai Lama, de abrazar una ética mundial por encima de las diferencias culturales y religiosas.
En 2015, el Dalai Lama publicó un libro con un título provocativo: “La ética es más importante que la religión”. En su obra, el Dalai Lama propone una ética universal como garante de paz. La paz mundial, sostiene, no se logrará gracias a los esfuerzos de una u otra religión en particular, sino gracias a una ética que abrace a todos los seres humanos por encima de sus diferencias culturales y religiosas.
En este artículo, el hermano David Steindl-Rast busca arrojar luz sobre la controversia que la afirmación del Dalai Lama provoca, y responde a preguntas como “¿es, entonces, necesaria la religión?” Ofrecemos aquí la primera parte del artículo, en la que el hermano David propone aclarar términos como espiritualidad/religión, para llegar a una mejor comprensión del tema.
La ética es más importante que la religión, reza el desafiante título del llamado del Dalai Lama a la humanidad, un toque de clarín que llega en el momento oportuno. Sería imprudente ignorar la voz de este sabio. Sus palabras merecen toda nuestra atención. Cualquiera que escuche su llamamiento con una mente abierta querrá tomarlo en serio y actuar en consecuencia. Sin embargo, el libro del Dalai Lama también ha dado lugar a malentendidos. Para superarlos, tendremos que aclarar algunos de los conceptos clave de esta obra.
En nuestro propósito, tendremos que esforzarnos por identificar definiciones y distinciones claras. Tal trabajo requiere de mucha atención y puede demandar un poco de esfuerzo, pero que esto no nos desaliente: es un esfuerzo gratificante. Para ilustrarlo, pensemos en la diferencia entre dos escaladores: uno de ellos solo ve “un prado con flores”; el otro, más atento, podrá decir si se trata de un prado boscoso, un prado de montaña, un prado húmedo o un prado tropical. Y no ve simplemente “flores”: ve margaritas, aquileas, amapolas, salvia, cardos, y una gran variedad de tréboles. ¿Cuál de los dos tiene una experiencia más rica de la naturaleza? Así, el saber distinguir puede conducirnos a un mayor gozo.
Basándonos en las distinciones que haremos más adelante, intentaremos responder a las preguntas que el libro del Dalai Lama busca despertar tanto entre cristianos como entre creyentes de otras tradiciones religiosas.
La distinción más importante la haremos respecto del término “religión”. ¿Religión se identifica con religiosidad, o indica una religión en particular? Cada una de las diferentes religiones es un intento (a veces exitoso, otras veces no tanto) de expresar la única religiosidad común a todos los seres humanos. El Dalai Lama llama a esta religiosidad “nuestra espiritualidad humana elemental”, “una predisposición básica presente en todos los seres humanos hacia la benevolencia y el afecto, independientemente de la religión a la que cada uno pertenece”. Para entender mejor esta distinción fundamental entre los dos sentidos de la palabra “religión”, tratemos ahora de precisarla mediante una serie de otras distinciones, para así abordarla paso a paso.
1. Religiosidad / Espiritualidad
En la actualidad se prefiere usar el término espiritualidad más que religiosidad; sin embargo, ambas palabras significan lo mismo: nuestra relación con la Realidad Última. Espiritualidad (del latín spiritus = “aliento de vida”) hace referencia a la vibrante vitalidad que nace de una relación auténtica con el Gran Misterio. Religiosidad (del latín re-ligare = “reconectar”) indica la restauración de dicha relación. La religiosidad concierne a una triple sanación: 1- Sana nuestra relación con la Fuente del Ser; 2- Sana nuestra relación con las demás creaturas y con el mundo que nos rodea; 3- Sana nuestra relación entre el Yo y nuestro verdadero Ser. Nuestra relación con la Realidad Última, con el Gran Misterio (más allá de que llamemos a esta relación espiritualidad o religiosidad) es un aspecto esencial del ser humano. Los humanos somos por definición animales espirituales/religiosos: lo que nos hace humanos es el hecho de que inevitablemente tenemos que enfrentarnos al misterio de la vida.
Ambos términos, espiritualidad y religiosidad, hacen referencia a nuestro estar involucrados en el Gran Misterio. Por lo tanto, debemos ahora hacer una pausa y clarificar la palabra “misterio”.
2. Comprender / Entender
Indicamos como “misterio” aquella Realidad Última que no podemos comprender pero que sin embargo podemos entender, a condición de que dicha Realidad nos “aprehenda” a nosotros. Esta distinción entre comprender (o “aprehender”) y entender es fundamental. Para poder aprehender algo intelectualmente necesitamos poseerlo mediante conceptos. En este proceso de comprensión, nosotros somos la parte activa: necesitamos manipular conceptualmente lo que intentamos comprender. Por el contrario, cuando entendemos algo, somos la parte pasiva: lo que entendemos se entrega a nosotros y se apodera de nosotros. Así, el comprender requiere sostener intelectualmente con firmeza, mientras que el entender requiere el coraje emocional de dejarnos llevar sin oponer resistencia.
La música es un ejemplo de algo que no podemos atrapar en conceptos, y que sin embargo podemos entender cuando ella nos “llega” y nos conmueve. Nadie puede conceptualizar la esencia de la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart, pero podemos entenderla: ella puede ser un mensaje dirigido a nosotros, siempre que nos dejemos poseer por sus misteriosos acordes.
Lo mismo podemos decir de la vida: nadie puede comprender intelectualmente lo que es la vida, pero podemos entenderla cuando la vivimos: la entendemos cuando escuchamos lo que ella nos dice a cada instante y respondemos con confianza y determinación. En esta determinación radica el coraje para dejarnos poseer por la vida. Y si nos armamos de valor, podemos reconocer cada momento de la vida como un encuentro con el Gran Misterio.
3. Misterio / Dios
El Gran Misterio es también llamado “Dios” en muchas religiones, especialmente cuando se busca enfatizar nuestra relación personal con dicho Misterio. En este sentido, la palabra Dios no es el singular de la palabra “dioses” (Wotan, Apolo, Hanuman). En su significado más profundo, la palabra Dios no admite plural, ya que señala una realidad que lo abarca todo.
Las religiones son como las distintas variedades de té, preparados con la misma agua, esto es, la misma religiosidad. Podemos vivir sin té… pero no sin agua.
Te invitamos a compartir tus reflexiones: