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Somos tierra que anda

Virginia Gawel

Cada 1 de agosto se celebra el día de la Pachamama, la Madre Tierra. Una reflexión que nos invita a reconocernos hijos y parte de esa tierra, y no sus dueños y explotadores.


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Vengo a traer un recordatorio: No se trata de que haya que cuidar la naturaleza. ¡También somos la naturaleza! Esos ojos con los que me estás mirando fueron hechos de tierra: lo que comiste hace días, hace años, sostiene tu cuerpo; y estas manos mías que te escriben, son de tierra también. Dice el Popol Vuh, antiguo libro de la América originaria: “Yo soy polvo de la tierra, y también de las estrellas”. La tierra también somos nosotros. Pero más. ¿Sabías que en los últimos tiempos la tierra ha sido considerada por las leyes humanas como persona sujeto de derecho? Ella misma, con sus propios derechos. No nososotros con derechos acerca de ella. Los antiguos la sentían así: un ser vivo. Gaia. Pachamamama. Con cariño y con respeto. Hoy los científicos y los que señalan las leyes hablan el mismo lenguaje. Y algunos hasta se acercan a ese milenario sentir que está lejos de ser mero pensamiento mágico: la Tierra y todo lo que de ella nace es sagrado.

Cada uno de nosotros necesita tomar responsabilidad acerca de la tierra, y ejercer actitudes de cuidado, todos los días.

Ella es como un animal viejo y experimentado: ¡tiene 40 mil millones de años! Nosotros en ella, tenemos segundos. ¿Qué derechos podemos tener sobre ella? Sin embargo, tomamos, tomamos, tomamos. Miremos alrededor: en el edificio en que estás leyendo estas palabras, no hay un gramo de nada que no haya sido sacado alguna vez de la tierra: de la mina, del bosque, del fondo del mar, de la montaña… Te desafío a que busques algo que no sea parte también de la “madre tierra”. Hasta las cosas plásticas que te rodean, alguna vez fueron enormes dinosaurios que se licuaron en petróleo. Tomar conciencia es la tarea.

La tierra está cansada, y eso no te es ajeno, no me es ajeno. ¿Hay otra casa en donde puedas vivir que no sea en ésta? Cada uno de nosotros necesita tomar responsabilidad acerca de la tierra, y ejercer actitudes de cuidado, todos los días. Informarse, hacer y difundir. La tierra, sí, es madre, pero también es padre fecundador, es hermana, y es –así lo siento– como ese animal viejo y redondo que me deja anidarlo, succionarlo, armarme un cuerpo con sus sustancias todos los días. Hasta que alguna vez se las devuelva, y el polvo vuelva al polvo. Estaré agradecida. Lo estoy, hoy, ahora.

Podrás terminar de leer aquí, o bien te invito a una rara especie de poesía: Cuando la ley es justa, también es poesía. Y desde 2010 en Bolivia existe una promulgación de ley de derechos de la madre tierra. Te copio los artículos que más me conmovieron.

Artículo 3: La madre tierra es el sistema viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos, interrelacionados, interdependientes y complementarios, que comparten un destino común.

Y del artículo 2, algunos puntos:

3- Garantía de regeneración de la madre tierra: El estado en sus diferentes niveles y la sociedad, en armonía con el interés común, deben garantizar las condiciones necesarias para que los diversos sistemas de vida de la madre tierra puedan absorber daños, adaptarse a las perturbaciones, y regenerarse sin alterar significativamente sus características de estructura y funcionalidad, reconociendo que los sistemas de vida tienen límites en su capacidad de regenerarse, y que la humanidad tienen límites en su capacidad de revertir sus acciones.

4. Respeto y defensa de los derechos de la madre tierra: El estado y cualquier persona individual o colectiva respetan, protegen y garantizan los derechos de la madre tierra para el vivir bien de las generaciones actuales y las futuras.

5. No mercantilización: No pueden ser mercantilizados los sistemas de vida, ni los procesos que los sustentan, ni formar parte del patrimonio privado de nadie.

6. Interculturalidad: El ejercicio de los derechos de la madre tierra requiere del reconocimiento, recuperación, respeto, protección, y diálogo de la diversidad de sentires, valores, saberes, conocimientos, prácticas, habilidades, trascendencias, transformaciones, ciencias, tecnologías y normas, de todas las culturas del mundo que buscan convivir en armonía con la naturaleza.

César Isella creó una canción que puso nombre a un grupo folklórico en el cual alguna vez canté: “Tierra que anda”. Y él lo dijo así:

“…y vaya donde vaya soy tierra que anda
con la raíz afuera del corazón.
Anduve con la sangre todos los siglos,
hay sangre mía en toda la eternidad,
soy el tiempo que vuelve en cada niño
y, desde la ternura, vuelve a cantar”.

Que seamos cada vez más conscientes, más sensibles hacia los seres sintientes. La tierra es un ser sintiente. Y somos tierra que anda…

Virginia Gawel


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Reflexiones:

  1. REPLY
    María Mercedes Oyhanarte dice:

    “Somos tierra que anda” que expresión tan representativa de nuestra naturaleza. Gracias Virginia que me convidaste este artículo

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