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Compartimos una carta escrita en la nochebuena de 1513 por Giovanni Giocondo, fraile franciscano, arquitecto, arqueólogo e historiador italiano. Una hermosa invitación a vivir el presente y descubrir los regalos de la vida “debajo de sus envolturas”.

Te saludo. Soy tu amigo, y mi afecto por ti es muy profundo.
No hay nada que yo te pueda dar que tú no tengas,
pero hay muchísimas cosas que, aunque yo no pueda dártelas,
tú sí puedes tomarlas.

No hay cielo que pueda llegar a nosotros
a menos que nuestros corazones hallen hoy descanso en ese cielo.
¡Toma el cielo!

En el futuro no existe una paz que no esté ya escondida
en este breve momento presente.
¡Toma la paz!

La oscuridad del mundo es solo una sombra.
Detrás de ella, pero aún a nuestro alcance, se encuentra el gozo.
Hay luz y gloria en esa oscuridad, y para verlas,
solo tienes que buscarlas.
¡Te aliento a que las busques!

La vida es un Dador generoso.
Pero nosotros, al juzgar los regalos de la vida por sus envolturas,
los rechazamos por encontrarlos desagradables, duros o difíciles.
Remueve aquellas envolturas,
y debajo de ellas encontrarás un magnífico esplendor,
entrelazado con amor, sabiduría y poder.

Recibe cada regalo, acéptalo, y al hacerlo,
estarás tocando la mano del ángel que te lo acerca.

Créeme: en cada cosa que llamamos una prueba, una tristeza, o un deber,
está presente la mano de aquel ángel.
El regalo está allí, y junto a él,
está presente la maravilla de una Presencia superior.

Lo mismo ocurre con nuestras alegrías.
No te contentes con llamarlas simplemente alegrías,
porque ellas también esconden regalos divinos.

La vida está tan llena de sentido y de propósito,
tan llena de belleza debajo de sus envolturas,
que la tierra no es sino un manto que cubre el cielo.
Ten el valor de reclamarlo para ti. ¡Eso es todo!