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Agradecer en momentos difíciles

¿Cómo podemos hablar de gratitud ante tanto dolor y tanta injusticia que vemos a diario? Hay momentos en los que hablar de gratitud parecería fuera de lugar. Sin embargo, es precisamente en esos momentos difíciles cuando la gratitud nos puede ayudar a pasar de la desesperación a la fortaleza, del dolor al compromiso. Compartimos las reflexiones de Kristi Nelson.


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Debo reconocerlo: siendo Directora Ejecutiva de Una Red para Vivir Agradecidos, por momentos me siento una impostora. Hay días en los que mi compromiso por vivir la gratitud me parece una locura. Me siento tan abrumada por las injusticias y el sufrimiento que tantas personas padecen, que me pregunto qué sentido tiene enfocarme en aquello que puedo agradecer. Incluso me siento culpable por mi vida confortable. ¿Cómo puede alguien leer las noticias de la semana pasada, o del pasado mes o año, y sentirse agradecido? Al pensarlo, me asaltan las dudas.

Tratar de solucionar este dilema se ha convertido últimamente en una preocupación casi diaria. Cuando veo las noticias, me siento abrumada por las imágenes de personas muertas en manos del extremismo, del odio y del terror. Incluso cuando comparo estas situaciones con mi propia batalla contra el cáncer, mi situación me parece afortunada. Tengo el “privilegio” de ser caucásica y de clase media, con seguro de salud, acceso a tratamientos médicos, un lugar donde vivir, y familiares y amigos que se preocupan por mí. Muchas personas no pueden decir lo mismo. Soy afortunada; y lo más importante, reconozco que soy afortunada.

Esta capacidad para reconocer e identificar los modos y momentos en que somos afortunados, bendecidos o privilegiados (especialmente cuando enfrentamos el sufrimiento y la injusticia) es una práctica fundamental en la vida de gratitud, y ella puede marcar la diferencia. El agradecer en momentos difíciles nos puede ayudar a construir un puente de la desesperación a la fortaleza, del dolor al compromiso. Y lo más importante: nos puede ayudar a mantener el corazón abierto cuando éste quiere cerrarse.

Hay muchas razones por las cuales es de vital importancia tratar de permanecer agradecidos siempre, y hay prácticas que nos pueden ayudar a conservar la gratitud aún siendo conscientes de la miseria que envuelve al mundo. He aquí algunas:

1- Conciencia. Debemos agradecer nuestra capacidad de estar lo suficientemente despiertos como para sentir. Si nos afecta la miseria del mundo, es señal de que estamos vivos. La empatía es realmente una bendición, ya que nos conecta profundamente con los demás. Tener acceso a las noticias, e incluso sentirnos indignados por ellas, es un privilegio. Si nos damos cuenta, con los ojos abiertos y el corazón dolido, de que mucho de lo que ocurre en el mundo es inaceptable y trágico, somos afortunados de notarlo. Ser agradecidos por nuestra sensibilidad es un poderoso punto de partida para el compromiso.

2- Reconocimiento. Necesitamos hacer un inventario de cada don, de cada bendición que hemos recibido. Si no los reconocemos o nos avergonzamos de ellos al ver el sufrimiento ajeno, no podremos ayudar a los demás. Pasamos por alto la importancia de ser capaces de respirar, comer, caminar, amar… cuando hay innumerables madres que no pueden verlo en sus hijos. Ellas no querrían que negáramos nuestro privilegio de estar vivos. Por el contrario, somos nosotros quienes podemos engañarnos creyendo que reconocer nuestros dones nos separa de quienes no los tienen.

Si nos afecta la miseria del mundo, es señal de que estamos vivos. La empatía es realmente una bendición, ya que nos conecta profundamente con los demás.

3- Acción. Tenemos que hacer buen uso de los dones que hemos recibido. Si tenemos dinero (aunque sea poco), y reconocemos que es algo por lo cual nos sentimos agradecidos, podemos compartirlo, podemos hacer algo por los demás. Si tenemos un cuerpo que funciona, y nos sentimos afortunados por ello, podemos compartir nuestra capacidad de hacer cosas, podemos ayudar, podemos asistir a otros. Si tenemos educación y talentos, son dones que piden ser compartidos. Cualquier recurso o privilegio necesita ser reconocido y valorado antes de ofrecerse en servicio. Únicamente si reconocemos, identificamos y proclamamos lo que tenemos, seremos capaces de hacer algo por los demás.

Al practicar la gratitud día a día, entramos en comunión con ese exquisito entramado que es formar parte de la familia humana. Nos sentimos interconectados, y experimentamos el dolor y la belleza de la pertenencia. Ser agradecidos en momentos difíciles es ser capaces de sentir el dolor ajeno, y reconocer, valorar y hacer uso de nuestros dones; es sentirnos empujados a actuar desde un lugar comprometido, responsable y conectado.

“Una fe que no duda es una fe muerta”, dijo Miguel de Unamuno. Estoy de acuerdo con él. Del mismo modo, una gratitud que no lucha por reconciliarse consigo misma está muerta también. Luchar contra las paradojas es parte integral del vivir agradecidos. Al practicar la gratitud de este modo expansivo, dinámico y responsable, llego a la certeza de que todos formamos parte de esa gran familia. Y puedo confiar que yo también formo parte de ella… junto con mi pesar por los males del mundo.

Kristi Nelson


Reflexiones:

  1. REPLY
    LILIANA dice:

    AGRADEZCO EL QUE HAYAS COMPARTIDO TU SABIDURÍA

  2. REPLY
    Monica Olivares dice:

    Bello, complacida y agradecida por tan ciertas palabras y gran razonamiento las cuales comparte plenamete

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