El rabino Bergman señala la relación que existe entre nuestra responsabilidad personal y social con la trascendencia. Esta relación implica una visión global del ser humano y su misión en el mundo.
La humanidad tiene potencial para el bien común. Para lograrlo no basta un acuerdo sobre lo que es el bien común, sino llevarlo a la acción. Solo en la acción podemos reflejar el plan divino.
Somos seres sociales, por lo tanto el otro es parte de tu realidad: “Es imprescindible tejer con tu hermano, en el vínculo fraternal, la construcción social de tu realidad, de tu sociedad”.
Las distintas celebraciones religiosas, lejos de oponerse, pueden enriquecerse mutuamente. Januka y Navidad nos hablan del milagro de la luz, y nos comprometen a traer más luz a nuestro mundo.
Sergio Bergman nos invita a pasar de la mera aceptación del otro a la celebración de las diferencias: “Ya no solo te tolero o te acepto: me alegro y festejo porque tu existencia tiene un aporte único e irrepetible para mí”.
¿Qué significa ser hechos a imagen y semejanza de Dios? Nuestra humanidad es la huella divina en nosotros. Mirar al hermano como un semejante es descubrir en él la imagen de la divinidad. “Somos semejantes en los valores que nos hacen humanos”.
El cultivo de la inteligencia debe ir más allá de una mera finalidad práctica. La inteligencia puede ser utilizada para el bien o para el mal; por eso se hace tan necesaria la educación de la conciencia.