Al comenzar un nuevo año, solemos hacer propósitos acerca de lo que deseamos alcanzar. Sin embargo, en esos propósitos suele esconderse una cierta dureza hacia nosotros mismos: “debo hacer esto, debo lograr esto otro…” ¿Por qué no enfocarnos, no tanto en lo que nos falta, sino en lo que ya tenemos, y así dejar que la gratitud nos guíe?