Algunos van dejando la infancia atrás sin darse cuenta. Otros sienten un hondo penar al percatarse de que nunca más serán niños. Es un dolor psicológico y existencial que necesitamos reconocer.
En nuestra propia historia o en la de nuestros niños a veces prestamos más atención a la siguiente etapa de crecimiento (la pubertad, la adolescencia) que el duelo que algunos niños sienten por lo que queda atrás: la infancia.
Darse cuenta del peso de esa pérdida es sumamente importante, y tiene tanto dimensiones psicológicas como existenciales: el peligro de perder contacto con nuestra propia Esencia.
Tomado del espacio radial de la Lic. Virginia Gawel en FM Nuestra, 91.7 (Buenos Aires, Argentina), conducido por Rosita Hernández.
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