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El origen de las religiones

David Steindl-Rast

El origen de las religiones es la experiencia religiosa. La doctrina, la moral y la liturgia son los modos en que, respectivamente, nuestra inteligencia, nuestra voluntad y nuestros sentimientos intentan expresar esa experiencia.


origen-religionesCuando hablo de espiritualidad, la identifico con el “estar vivos”. Spiritus es la palabra de la cual deriva “espiritualidad”, y spiritus significa “aliento de vida”. Por eso, la espiritualidad es el estar vivos, en todos los niveles. Todos sabemos que estamos vivos, pero no lo estamos de la misma manera. Algunas personas están más vivas por la mañana, otras lo están por la tarde. Podemos estar vivos a diferentes experiencias, lo cual significa estar más abierto a ellas. Cuando hablamos de espiritualidad, nos referimos a disponernos a estar vivos en un mayor grado; es decir, estar vivos a una relación con la Realidad Última. Esto es algo universalmente humano. Las religiones nacen de la espiritualidad así entendida.

Abraham Maslow, el gran psicólogo, exploró esos momentos en que uno está plenamente vivo, y los llamó “experiencias cumbre”. Todos hemos tenido alguna vez estas experiencias; son esos momentos en los cuales sentimos que somos uno con todo lo que nos rodea. Igualmente, en estos momentos nos sentimos más vivos que nunca, sentimos una plenitud de vida. Más aún: en estos momentos experimentamos los elementos que hacen a la religión. Lo primero que nos ocurre inmediatamente después de que hemos tenido esos momentos de gozo y plenitud, es que nuestro intelecto se pregunta “¿Qué fue esto?” A ello le damos una respuesta, la cual es a la vez el comienzo de la enseñaza religiosa. Toda religión tiene una enseñanza, una doctrina; pero esta doctrina es sólo una interpretación de la experiencia religiosa. Luego ocurre algo más: nuestra voluntad dice “Esto es maravilloso, lo quiero”. Ante esa comunión universal que experimentamos, nuestra voluntad dice “Así es como uno debería vivir”. Esto es el origen de la moral, dado que todos los sistemas morales, más allá de sus diferencias, coinciden en decir “Así es como uno debería convivir con las personas de la comunidad a la cual uno pertenece”.

La diferencia entre los distintos sistemas morales está en dónde se trazan los límites que delimitan a la comunidad. Nuestra época se caracteriza por el hecho de que uno ya no puede trazar límites. Antiguamente se decía “mi tribu”, “mi religión”, y todos los que estaban afuera eran extraños. Pero en el mundo actual ya no se puede considerar extraño a nadie; ni siquiera a los animales, ni a las plantas, ni a los seres inanimados. La moral actual sostiene que debemos vivir nuestra pertenencia al universo; toda otra postura no alcanza a ser moral, se queda corta.

Cuando esa doctrina, moral y rituales son aceptados por una comunidad, entonces podemos hablar de una tradición religiosa. Las tradiciones religiosas difieren unas de otras, pero todas son expresión de una misma espiritualidad.

Así, de estas experiencias cumbre nacen ciertas enseñanzas y ciertas actitudes morales. Ambas se refieren, respectivamente, a nuestra inteligencia y voluntad. El tercer elemento lo conforman nuestros sentimientos. Ante esas experiencias, el intelecto las interpreta, la voluntad dice “Sí, esto es lo que hay que hacer”, y los sentimientos dicen “Debemos celebrarlo”. Esto conduce al tercer elemento de toda religión, que son los rituales. Por ejemplo, si uno ha tenido una experiencia cumbre aquí en la playa, junto al Río de la Plata, durante un hermosa puesta del sol, uno se queda con las ganas de volver a visitar ese lugar, diciendo “Oh, allí tuve una experiencia maravillosa”, con lo cual nace una especie de peregrinación, un ritual.

Tenemos entonces que la doctrina, la moral y los rituales son los tres elementos de toda religión, los cuales nacen de la experiencia religiosa, de la espiritualidad. Esto en cuanto a nuestra experiencia personal; ahora bien, en un contexto histórico, los distintos fundadores de las religiones, en diferentes períodos de la historia, han tenido esas experiencias, a partir de las cuales han dado vida a las diferentes religiones. Y cuando esa doctrina, moral y rituales son aceptados por una comunidad, entonces podemos hablar de una tradición religiosa. Las tradiciones religiosas difieren unas de otras, pero todas son expresión de una misma espiritualidad.

Tomado de una de las conferencias del hermano David en Buenos Aires en 2013.


Podemos hallar un resumen de esta misma idea en el libro “La gratitud, corazón de la plegaria”. Allí leemos:

La oración es lo que previene a la experiencia religiosa de quedar reducida a meras estructuras religiosas. El punto de partida de toda religión es la experiencia; ahora bien, el intelecto, la voluntad y los sentimientos inevitablemente buscarán, cada uno a su modo, asirse a dicha experiencia. El intelecto interpreta la experiencia, y así nace la doctrina religiosa. La voluntad reconoce todo lo que implica esa experiencia, lo cual deriva en el campo ético de la religión. Los sentimientos celebran la experiencia mediante rituales religiosos. De todos modos, lo religioso no hace automáticamente a la religión; estas tres áreas comunes a todas las religiones suelen tender a caer en el dogmatismo, el legalismo y el ritualismo, a menos que continuamente retornen a su raíz, a la experiencia viva. El proceso de este retorno es la oración; la oración es lo que le otorga religión a las religiones.


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