El hermano David nos hace llegar una carta con sus saludos y buenos deseos para estas Fiestas. Si afrontamos las dificultades con valentía, juntos podemos contribuir al nacimiento de una nueva humanidad.
Queridos amigos:
¡Saludos y buenos deseos para todos en estas Fiestas! Para muchas tradiciones espirituales, esta época del año es sagrada, y se la celebra de muy diversas maneras. Al buscar un tema que pudiera ser común a esta variedad de celebraciones, encontré que en ellas se destaca el tema del nacimiento: el nacimiento de la luz nueva en la noche más oscura del invierno, el nacimiento de la alegría representada en las velas que se encienden una a una, el nacimiento del Niño Jesús en Navidad, el nacimiento de un nuevo año junto con sus esperanzas y promesas.
Cada nacimiento se celebra en todas partes de la Tierra como un acontecimiento gozoso, y de hecho lo es. Pero no olvidemos a qué precio el gozo del nacimiento tiene lugar. Toda madre sabe de la agonía que conlleva un nacimiento, y el recién nacido debe igualmente pagar un alto precio. Antes de darme a luz a mí, su primogénito, mi pobre madre tuvo contracciones durante dos días y una noche, y lo que finalmente apareció no fue mi cabeza, sino mi mano derecha. ¡Pobre mamá! ¡Pobre de mí! Sin embargo, lo logramos. Esto es algo que todos podríamos decir agradecidos al pensar en nuestro propio nacimiento: ¡Lo logramos! Incluso los corderitos recién nacidos aquí en el monasterio de Mount Saviour, aún mojados y tiritando junto a su madre, al balar parecen decir “¡lo logramos, luego de tanta ansiedad!”
La palabra “ansiedad” proviene de una raíz que significa estrechez, ahogo, encogimiento. No es de extrañar. ¿Acaso el prototipo de toda ansiedad no es nuestro paso por el estrecho canal de parto? En nuestro primer nacimiento, logramos hacer este pasaje con una audacia instintiva. Luego, a lo largo de la vida debemos elegir conscientemente no temer pese a la ansiedad que nos domina cuando el camino se hace estrecho, no temer cuando la preocupación parece aplastarnos.
El mundo sufre dolores de parto, y el niño por nacer es una nueva humanidad, en un grado más elevado de conciencia.
El mundo sufre dolores de parto, y el niño por nacer es una nueva humanidad, en un grado más elevado de conciencia.
Debemos distinguir entre temor y ansiedad: la ansiedad es inevitable en la vida, el temor es opcional. Lo que sí podemos elegir es entre el temor y el valor. El temor ofrece resistencia a la ansiedad, y así quedamos atrapados en ella; el valor acepta a la ansiedad como algo dado, y así nos sobreponemos a ella. Esto no significa que la ansiedad desapareció. La valentía no elimina la ansiedad, sino que la acepta sin temor. Lo opuesto al temor es la confianza. Si aún en medio de nuestras ansiedades y preocupaciones confiamos en la vida, la vida misma nos llevará, a través de canales estrechos, hacia un nuevo nacimiento. La experiencia demuestra que esto es cierto cuando miramos a nuestros momentos de ansiedad: cuanto más difícil fue la situación por la que tuvimos que pasar, tanto más liberadora fue la nueva vida que surgió.
Reflexiones:-
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Cintia dice:
24 diciembre, 2015a las20:47Irmão David
Gratidão por palavras tão agradáveis. Sua mensagem soa como uma melodia doce para o meu coração. Deu-me coragem e esperança para continuar acreditando na vida.
Todos os bons desejos para você nesta estação!
“Tudo é graça”
Abraço fraterno, Cintia
Bons votos e os melhores desejos para Mr Alberto e todos da família Viviragradecidos.
María Gabriela Sosa dice:
24 diciembre, 2015a las15:09hermosas palabras…siempre iluminadoras
Mirtha dice:
24 diciembre, 2015a las13:13Que hermosidimo mensaje, gracias hermano David,que Dios te bendiga
Maria Inés Martínez dice:
24 diciembre, 2015a las07:42Gracias por esta hermosa carta Hno David. Cuánta riqueza para reflexionar. Qué esa confianza y valentía sean nuestra meta en esta Navidad y Nos acompañen siempre. La Paz esté con nosotros .
Frase del día
Los sabios ven las cosas tal cual son, sin intentar controlarlas; dejan que cada cosa siga su curso.
—Lao Tzu
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