Virginia Gawel invita a crear o descubrir pequeños momentos de felicidad, prolongando en la adultez aquellos momentos felices que en la niñez surgen espontáneamente.
“No se recuerdan los días: se recuerdan los momentos”, decía Cesare Pavese. A veces uno puede ir perdiendo la vida simplemente por esperar que en ella sucedan cosas interesantes, felices, maravillosas. Si miramos hacia quienes describen sus vidas como plenas, hallamos que tienen una habilidad natural: la de generar las propias circunstancias, más que esperar que acontezcan.
Por un lado, les es vital ejercer la voluntad para perseverar en sus anhelos, autoconstruyendo su contexto tanto como sea posible y necesario. Por otro, saben intuitivamente cómo crear momentos recordables: instantes de belleza, de cercanía, de sencillez afectuosa, de risa fresca, de no-rutina… Instantes vivos. Para sí mismas y para quienes les rodean.
Es vital no solo crear el momento, sino también captarlo: allí está, mirándonos para que lo apreciemos y lo llevemos con nosotros.
También les es vital no solo crear el momento, sino también captarlo: allí está, mirándonos para que lo apreciemos y lo llevemos con nosotros. Me viene un pensamiento de Benjamin Franklin: “La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”. Autogenerar la vida, desde una sencillez elegida, esencial.
Este hermoso óleo de Paul Maloney me evoca ir de la mano a todas partes con mi hermano mayor: Luisito era mi garantía de que nada podía pasarme (y en alguna parte de mí, aún lo siento así). Con él teníamos un gran juego, que los niños (si se los deja) suelen tener: el de crear momentos. El aromo caído por la tormenta era una nave espacial, y volábamos hasta la luna; ahora, él era Batman y yo Robin, con el delantal de cocina de mamá atado al cuello y flameando en la espalda como capas; luego, el mismo árbol era un monstruo que amansar, o un submarino…
Los adultos felices son hábiles para seguir “creando pequeños momentos inolvidables” más allá de la niñez. Ritualitos que nos invitan a ser mejor gente, a estar más cerca, a vivir más vivos.
¿Qué “sentipensares” te genera este tema? ¿Cuáles son tus propios momentos recordables, que van contigo como semillas de belleza? ¿Qué ritualitos te ayudan hoy a vivir?
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Geraldina dice:
30 septiembre, 2020a las08:19Me encanta lo que escribiste!! Hermosas reflexiones!! Te voy a seguir!! Gracias!!
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