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La gratitud y la transformación de la sociedad

David Steindl-Rast

La gratitud puede construir el mundo que anhelamos: un mundo donde el temor y el egoísmo den lugar a la confianza y el cuidado mutuo.



La gratitud hace posible la orientación; orientación en relación con la realidad, y en relación con el Misterio como realidad última. Vivimos en una sociedad desorientada. Para ilustrar esta pérdida de orientación, W.B. Yeats usa la imagen de un halcón que se eleva en círculos cada vez más amplios hasta que escapa al radio de alcance del silbato del halconero. Cuando perdemos nuestra relación con el Misterio, “la mera anarquía es desatada sobre el mundo”:

Girando y girando en creciente círculo
el halcón no puede oír al halconero;
todo se cae a pedazos; el centro no puede sostenerse;
mera anarquía es desatada sobre el mundo,
una ola teñida de sangre se cierne, y en todas partes
la ceremonia de la inocencia es ahogada;
los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores
están llenos de apasionada intensidad.

Las dos últimas líneas son las más crudas. ¿Estamos entre “los mejores”? Se necesita una profunda convicción por parte de “los mejores” para igualar y superar la “intensidad apasionada” de “los peores”. Necesitan una gran fuerza interior; necesitan una fuerte columna vertebral espiritual. Solo la más profunda de nuestras relaciones (nuestra relación con el misterio) puede fortalecer nuestra espiritualidad lo suficiente como para soportar la presión de la sociedad. Pero una vez que la práctica de la gratitud nos ha dado esta fuerza, nuestra transformación interior será un primer paso hacia la transformación de la sociedad en su conjunto. Y esto es urgentemente necesario, ya que “el mal nos enfrenta por todas partes”. Vivimos en un momento de la historia en el que nuestra sociedad, creada por el ego, se enfrenta a una elección decisiva: la autotransformación o la autodestrucción.

Vivimos en un momento de la historia en el que nuestra sociedad, creada por el ego, se enfrenta a una elección decisiva: la autotransformación o la autodestrucción.

Desde que nació hace unos seis milenios, nuestra civilización ha tenido en sí todas las características del ego. Su estructura típica, la pirámide de poder, se basa en las actitudes propias del ego: miedo, hambre de poder, violencia, rivalidad y codicia. Es lo propio del yo que olvida su verdadero Ser y se convierte en el ego. Tan pronto como pierde conciencia de que en y a través del yo es uno con todos los demás, el ego necesariamente se siente solo, abandonado y desamparado, y entra en pánico. Las demás personas repentinamente son percibidas como rivales, y el ego busca poder para defenderse. Así, la rivalidad con otros egos lleva a la violencia, y el temor a la escasez lleva a la codicia. Los que están en la cima de la pirámide defienden violentamente su posición, mientras que los que están en la base buscan violentamente de adelantarse a sus rivales. Se vive con la sensación de que no hay suficiente para todos, por lo que la codicia se apodera de los egos y los lleva a más violencia. Conocemos demasiado bien este escenario, que solo puede conducir a la autodestrucción de la sociedad o a un cambio revolucionario.

La gratitud tiene poder para cambiar el rumbo; puede hacer realidad el giro en U que necesitamos. La pirámide de poder está construida sobre la base del miedo, mientras que la gratitud es impulsada por la confianza. El ego temeroso necesita recurrir a la violencia, mientras que el yo íntegro se basa en la no violencia, porque confía en la vida. La confianza convierte a la rivalidad en cooperación, a la avaricia en compartir, y a la pirámide de poder en una red de redes. Esta es la revolución que necesitamos: una revolución que revoluciona incluso la misma noción de revolución. La revolución ya no significará que los que estaban en la base de la pirámide ahora lleguen a la cima y se comporten como los que antes estaban allí. Ya no existirá el “arriba”. El poder ya no podrá adueñarse de la autoridad, sino que la autoridad otorgará el poder: quienes tengan capacidad de liderazgo obtendrán posiciones de poder, siempre y cuando su servicio sea necesario.

Si llegamos a la masa crítica de personas que practican la gratitud, en nuestra sociedad puede tener lugar un cambio de rumbo sorprendente.

Estos cambios pueden sonar utópicos; sin embargo, solo un orden social basado en la gratitud tiene posibilidades de sobrevivir. La gratitud garantiza mucho más que nuestra mera supervivencia. La gratitud profundiza la práctica de la atención plena a través de un componente importante: la mutualidad. La atención plena, practicada en un completo aislamiento, puede ser bastante egocéntrica. Como hemos visto, es a través de nuestras relaciones que encontramos un sentido y una orientación en la vida. La mutualidad le otorga a la gratitud su poder revolucionario. Imaginemos una sociedad en la que la confianza mutua tenga el poder que nuestro orden social actual tiene el miedo. Imaginemos una sociedad en la que el cuidado mutuo tenga el poder que nuestro orden social actual tiene el egoísmo. Si llegamos a la masa crítica de personas que practican la gratitud, en nuestra sociedad puede tener lugar un cambio de rumbo sorprendente. La gratitud puede construir el mundo que todo corazón humano anhela. Su fuerza vital es la fuerza de la vida misma. Ella late en todo el universo, lista para transformar nuestras vidas y la vida de la sociedad, tan pronto como le abramos nuestros corazones.

En lo profundo de las cosas duerme una canción,
soñando, desde el principio de los tiempos.
El mundo despertará cantando
si encuentras la rima mágica.
(Eichendorff)

La palabra mágica que puede hacer que el mundo despierte y cante con alegría es: gratitud.

Hermano David Steindl-Rast.


Reflexiones:

  1. REPLY
    Rosana Manocchio dice:

    La gratitud me hace descubrir la abundancia q el universo me regala

  2. REPLY
    Pilar Escobar dice:

    La gratitud inunda mi corazon de paz y una serena alegria….

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