Responder – El tercer paso a la gratitud


“Nuestros miedos quieren aferrarse al pasado, nuestras ilusiones habitan el futuro, pero solo en el Ahora podemos responder con sobriedad a la vida y sus demandas”

Este pequeño libro nos invita a responder. Es el fruto de habernos detenido para estar presentes y conectados. De haber mirado en nosotros y a nuestro alrededor, dispuestos a la sorpresa, permitiendo que otra vez la Vida nos tome por entero y nos encienda. Ahora queremos responder, salir de los automatismos y las conductas reactivas que tanto nos adormecen.

Somos plenamente humanos y nosotros mismos cuando nuestra acción brota de un proceso interno y externo simultáneamente, cuando lo que hacemos compromete nuestras convicciones, emociones y nos invita a la integridad.

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Todos hemos sentido la carga de tener que hacer una elección. Nuestra experiencia de acciones internas tales como la elección debe tomarse tan en serio como la de las acciones externas, antes de que podamos investigar nuestro mundo sin prejuicios. Debemos tener esto en cuenta cuando la ciencia plantea si podemos demostrar objetivamente la libertad de elección.

Afortunadamente no necesitamos esperar hasta que se resuelvan estos problemas especulativos. Para nuestra orientación, es suficiente ser conscientes de un terreno bien conocido desde el cual podamos avanzar hacia lo desconocido. Nuestra experiencia subjetiva de elección proporciona un fundamento bien conocido. La elección, por definición, implica libertad. Con esto en mente, podemos explorar formas de tratar de manera constructiva nuestro sentido de la libre elección, sin verse afectado por las teorías que afirman o niegan su validez objetiva. Como nos recuerda Jean-Paul Sartre (1905-1980), siempre estamos dispuestos a refugiarnos en la creencia del determinismo si la libertad nos pesa o si necesitamos una excusa.

Si evitamos las excusas, enfrentaremos directamente nuestro sentido subjetivo de libertad y examinaremos situaciones concretas en las que experimentamos ser libres, siempre dentro de unos límites, lo cual es obvio. Comencemos con un tipo especial de situación en la que otros nos atribuyen el mérito de actuar libremente, aunque nosotros mismos no somos conscientes de tomar ninguna decisión. Estos son eventos dramáticos en los que no tenemos tiempo para decidir y, sin embargo, hacemos de manera espontánea exactamente lo que la situación requiere, a menudo con una fuerza y una velocidad inusuales. Un bombero salta a las llamas y rescata a una persona; una madre saca a su hijo de los rieles, segundos antes de que un tren pase a toda velocidad. Entrevistados posteriormente, ambos rechazan todos los elogios por actuar con valentía; lo hicieron sin tener conciencia de elección, dicen.

No tuvieron tiempo para pensar. El tiempo y el pensamiento son dos claves para comprender lo sucedido. Pensar necesita tiempo. En momentos de extrema emergencia, el proceso consciente de pensar requeriría demasiado tiempo, y no tenemos tiempo. Cuando tenemos tiempo, el tiempo nos tiene en su red. Pero en un momento en el que simplemente no tenemos tiempo, el tiempo tampoco nos tiene: de repente, estamos en el Ahora.

Tan pronto como estoy en el Ahora, veo el curso de acción apropiado, que fluye orgánicamente de las circunstancias, y lo elijo. Ya lo he elegido, antes de ser plenamente consciente de ello, en el caso del bombero y la madre. Lo que les sucedió espontáneamente a ellos en esos momentos cruciales, le sucede más deliberadamente a cualquiera de nosotros, siempre que estemos verdaderamente en el Ahora: Yo y el Ser actuamos como uno, y nuestra elección fluye en armonía con el universo.

(Tomado de uno de los textos del libro).