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Mindfulness: ¿La contemplación renombrada?

Jose Chamorro

Más allá del hecho de que esté “de moda”, el autor nos invita a redescubrir la riqueza del mindfulness, y a integrarlo en la vida cotidiana y en los ámbitos educativos.


La sociedad actual se diferencia de las anteriores en muchas cosas, pero en particular por articular cambios que marcan una nueva tendencia al tiempo que son comerciales. Estos dos aspectos son determinantes si se quiere triunfar con la propuesta ofertada. La moda no solo logra venderse sino que consigue uniformar los gustos particulares. Podríamos decir que el escaparate se convierte en el espejo en el cual todos debemos mirarnos y compararnos para saber si estamos donde “alguien” desea que estemos. De esta forma el gusto particular y el sentido profundo quedan difuminados en pos de un interés meramente comercial y económico.

El mindfulness es fruto de este proceso que acabamos de esbozar, que caracteriza a la sociedad postmoderna y desde donde ha llegado al ámbito educativo. Implementar en el aula una práctica de mindfulness se ha convertido en algo novedoso, alternativo y que además se ha puesto de moda pero, sin embargo, en sí mismo no es algo que sea del todo original. La novedad de esta técnica solo está en el nombre con la que se le ha dado a conocer, y en la amplia divulgación que ha tenido pues, como a continuación veremos, la práctica en líneas generales cuenta en su haber con cientos de años.

Implementar en el aula una práctica de mindfulness se ha convertido en algo novedoso, alternativo y que además se ha puesto de moda pero, sin embargo, en sí mismo no es algo que sea del todo original.

Una de las críticas más fuertes que se le hace al mundo en el que vivimos es que se ha enajenado del sentido de muchas de las experiencias que ofrece, de tal manera que solo muestra una superficialidad que no aporta nada auténtico al sujeto. Por esto mismo, se hace necesario realizar un esfuerzo por ahondar en los fundamentos que sustentan nuestra praxis diaria de manera que tengamos plena conciencia del sentido y de la finalidad que perseguimos. En esta línea, me parece interesante realizar una aproximación al mindfulness con objeto de desvelar estos aspectos que hemos señalado. No creo que la novedad por la mera novedad aporte nada a nadie y, menos aún, al alumnado que llega a las aulas. Me parece una falta de decoro enseñar algo a los niños sencillamente porque puede parecer simpático el hecho de ver cómo se sientan o porque de esta manera podemos sentirnos como docentes innovadores. En educación, actualmente, tenemos que hacer un esfuerzo para que aquello que enseñemos tenga cierta coherencia con nuestra vida, posea fundamento y profesionalidad y no caiga en el mismo patrón que sustenta el mercado.

Las raíces del mindfulness

El mindfulness, como se puede leer con claridad y brevedad en la misma Wikipedia que se encuentra en la Red (1) es una técnica que pertenece al contexto de la psicología cognitiva (2) y que popularizó el profesor Jon Kabet-Zinn de la Universidad de Massachusetts.

Mindfulness viene a traducirse por atención plena y, explicado de manera muy concisa, consiste en una práctica que pretende que la persona ponga su atención en lo que está aconteciendo a cada instante en el momento presente, con ayuda de su respiración. Más allá de la sencillez aparente que posee esta técnica, residen todo un conjunto de dificultades que tenemos para que esto pueda ser así ya que, de manera involuntaria, la persona se encuentra en una permanente rumia mental y en constante fluctuación entre los acontecimientos que ya vivió (pasado) y aquellos que tendrán lugar (futuro).

Mindfulness consiste en una práctica que pretende que la persona ponga su atención en lo que está aconteciendo a cada instante en el momento presente, con ayuda de su respiración.

En definitiva, el mindfulness es una técnica de meditación cuyo origen se encuentra en la práctica del vipassana que procede de la espiritualidad budista, más concretamente de la tradición Theravara (3) que es la más antigua y que se remonta a varios siglos antes del nacimiento de Cristo. Pero ¿qué es la meditación? La meditación es una herramienta que está presente en todas las Tradiciones Espirituales de la Humanidad y que consiste en dirigir la atención, una y otra vez, hacia un objeto primario, ya sea la respiración, un mantra, una deidad, un sentimiento amoroso o una imagen mental (WILBER & COL. 2010: 238); se trata, en definitiva, de un proceso por medio del cual hacemos más profunda nuestra atención y nuestra conciencia; la afinamos y le damos una aplicación práctica y más amplia en nuestra vida (KABAT-ZINN. 2016: 19). De modo general podemos decir que consiste en eso aunque luego dentro de las diferentes religiones (4) tendrá distintos nombres en función del objetivo de cada práctica y del contexto religioso-cultural en el cual está enmarcada.

Decíamos que el mindfulness es, en última instancia, un destilado de la práctica budista del vipassana que ha sido desprovista de ese ropaje cultural y religioso del cual proviene. El mismo Jon Kabat-Zinn indica que en la presentación que ha hecho de esta técnica ha querido primar ante todo las cualidades humanas de la atención y la conciencia (Cf. 2016: 19) pero, sin embargo, para comprender bien su sentido profundo y la finalidad que persigue no podemos obviar su origen. En este aspecto afirma el Dr. Claudio Naranjo, experto en la relación entre psicoterapia y meditación y muy recocido dentro del budismo, que la práctica del vipassana llega más lejos que la práctica del darse cuenta (atención plena) generalizada actualmente en el campo de la psicoterapia: si bien enfatiza la importancia de la atención al cuerpo y a los eventos mentales, no es meramente una práctica de estar consciente de todo lo que se presente en los ámbitos sensorio, emocional, intelectivo y motivacional, sino que insiste en la actitud particular con que han de ser contemplados (2008: 202).

El objetivo que se persigue con esta práctica, expresado de manera general y sin que hagamos ninguna alusión de tipo religioso, tiene que ver con el hecho de que seamos capaces de descubrir, como afirma Pablo D´Ors, que la verdadera vida está detrás de lo que nosotros llamamos vida (2012: 17). Esto, a lo largo de un proceso, se concretará de manera distinta en cada cual según sea la motivación que a uno lo lleve a la práctica.

Afirma Kabat-Zinn, el profesor que hemos señalado que popularizado el término y la práctica del mindfulness, que para permitirnos estar verdaderamente en contacto con donde estamos, dondequiera que sea, tenemos que hacer una pausa en nuestra experiencia, lo suficientemente larga como para permitir que el momento presente pueda penetrar en nosotros; lo suficientemente larga como para poder sentir verdaderamente el momento presente, verlo en su totalidad, sostenerlo en la conciencia y, de ese modo, llegar a conocerlo y comprenderlo mejor (2016: 16). Si hay necesidad de esto es porque vivimos como en una especie de ensoñación constante que nos aleja y desconecta del conjunto de la realidad, reduciéndola a la mínima expresión que se circunscribe a un egocentrismo excluyente.

Se podrían decir muchas cosas sobre los múltiples beneficios que posee la práctica del mindfulness sobre la salud integral de la persona o en relación al uso terapéutico que se hace para tratar la ansiedad, la depresión y el estrés pero quizá sea, por lo que señalaba al principio, más interesante mostrar que esta técnica tiene una tradición tras de sí que no sólo le confiere credibilidad sino que nos trasmite confianza.

Desde nuestra Tradición

A poco que uno se meta de lleno en la cuestión de la meditación termina por encontrar que esta disciplina es algo que pertenece al ser humano desde muy antiguo. Muy posiblemente el Budismo sea el contexto desde el cual más se difundió, y con el que además solemos relacionar a la meditación, pero antes que en él ya estaba presente en el Hinduismo en la forma del yoga y más tarde también surge de diferentes maneras en el Judaísmo (en la cábala), el Cristianismo (en los Padres del Desierto) y el Islam (dentro del sufismo).

Tal vez a veces nos dejamos seducir con demasiada facilidad por los aspectos exóticos o más comerciales con los que se nos presentan otras tradiciones y, en lugar de emprender un camino de búsqueda dentro de nuestro marco cultural y religioso, damos de lado nuestra historia sin apenas conocerla en su profundidad ya que, como acabamos de señalar, dentro del Cristianismo también poseemos toda una tradición que se remonta hasta los primeros siglos.

Lo que busca la contemplación es que la persona que la practique despierte a la vida, salga de la ensoñación en la que cae cuando se deja absorber por sus abstracciones mentales.

Lo que ha sucedido dentro del ámbito de la espiritualidad cristiana tiene que ver con una confusión en los términos. En el cristianismo se ha hablado siempre de dos tipos de oración: la oral (a la que pertenece la oración de petición y de intercesión) y la mental (donde encontraríamos la meditación y la contemplación). La meditación en este contexto hacía referencia a un proceso de reflexión mental (de hecho, coloquialmente cuando vemos a alguien enfrascado en sus pensamientos decimos que está meditando). Por el contrario, la contemplación u oración contemplativa tiene que ver con un estado silencioso de conciencia espiritual o de comunión con lo divino. Así podemos ver, de manera muy esquemática y simple, que en el cristianismo la oración contemplativa sería lo que en el budismo se conoce como meditación y en la psicología como mindfulness. Nicholas Buxton, sacerdote anglicano y doctor en filosofía budista por la Universidad de Cambridge, define la meditación en el sentido de oración contemplativa como una disciplina espiritual en la que se ponen en práctica algunos métodos para entrenar la atención y calmar la mente a fin de desarrollar una conciencia más fina y delicada (2015:24). La finalidad que persigue tiene que ver, como en el caso del mindfulness, con el cultivo de la interioridad, del conocimiento personal y de la comprensión de lo que es real y verdadero, y da frutos como la humildad, la sabiduría, la compasión y una vida que en la Biblia se denomina “piedad” (1 Tim 4, 7; 6, 11; 2 Pe 1, 3; 5, 22 – 23) (2015: 24), según continúa diciendo Buxton.

Con lo que acabamos de ver las resonancias entre la contemplación y el mindfulness son muchas. Es evidente que la pretensión y la motivación que lleva al cristiano a practicar la meditación tiene un sentido espiritual que difiere del mero trabajo de las facultades piscofisiológicas que profiere la atención plena, pues no olvidemos que aquí nos estamos moviendo en otro ámbito que posee una sensibilidad distinta. En cualquier caso, la diferencia radica en la motivación de fondo que lleva a unos y a otros a la práctica. Es cierto, y así lo indica en su obra el autor que hemos citado, que las motivaciones pueden ser variadas aunque, en general, suelen agruparse como en dos categorías: la relajación y la iluminación, es decir, la búsqueda de paz interior o la adquisición de cierta energía. El autor advierte que ambas están lejos del propósito de la meditación, pues lo único que logran es generar una percepción de la meditación en términos de logros personales que refuerzan la ilusión egocéntrica (Cf. BUXTON. 2015: 30). Para Buxton el sentido de la práctica espiritual consiste en renunciar a vivir como esclavos de las exigencias del yo y aprender a vivir para algo distinto y mayor, que en última instancia tiene que ver con eso que llamamos Dios (2015: 30). Alguien podría pensar que no hay nada de malo en mejorar la calidad de nuestra vida a nivel mental y emocional, y eso es cierto, pero hay que considerar que centrándonos demasiado en nosotros volvemos a perder la visión de conjunto de la vida.

Al final, lo que busca la contemplación es que la persona que la practique despierte a la vida, salga de la ensoñación en la que cae cuando se deja absorber por sus abstracciones mentales y pueda abandonarse, descansar en el Señor y esperar en él (Sal 37, 7). Esto fue lo que practicaron los Padres del Desierto y que ellos llamaron también oración pura. Decía el monje Evagrio Póntico en el siglo IV d. C., uno de los Padres más importantes, que en la contemplación entramos en un estado de la más profunda paz. Descubrimos en nosotros un espacio de puro silencio. Allí habita el mismo Dios (GRÜN. 2010: 112).

Como sucede con en el mindfulness, también la contemplación posee una parte metodológica que hay que conocer mínimamente, pero sabiendo que en última instancia lo que le confiere el valor a la práctica es la actitud, la motivación y la fe del sujeto a la hora de llevarla a cabo. Esto es lo que determina las diferencias pues exteriormente apenas podremos encontrar alguna.

Monacato infantil en el aula

Todavía no han pasado muchos años desde que surgiera en el contexto educativo la cuestión de la educación de la interioridad (5), y su relación con la inteligencia espiritual (Ian Marshall y Dahar Zohar) como para que se le preste la suficiente atención que requiere y merece. Pero a pesar de ello se están implementando en educación todo tipo de prácticas (6), encaminadas al dirigente cultivo de esta dimensión fundamental del ser humano y que en la escuela merece un trato especial desde la atención temprana de los más pequeños.

El mindfulness puede ser de gran ayuda para los niños que están demasiado estresados, demasiado dispersos, demasiado angustiados, para que vuelvan a encontrar su centro y tranquilizarse.

Pudiera parecer que lo que se propone con el mindfulness, la meditación o la contemplación es introducir algo ajeno al mundo educativo, pero lo cierto es que no es así. Con esta práctica se pretende educar la dimensión profunda del alumnado (7), teniendo presente el sentido profundo y arquetípico que subyace a la figura del monje, esto es, la persona que se encuentra unificado consigo misma, los demás, el entorno y, en última instancia, con Dios. Este tema, como se puede ver, es totalmente pertinente en centros con una ideología de fondo cristiana muy concreta. Este es el caso de nuestros centros cuando sus idearios contemplan como finalidad la educación integral de la persona.

Como hemos indicado, son muchos los trabajos que se están desarrollando al respecto. Este es el caso de Eline Snel, terapeuta holandesa que ha desarrollado un método específico para niños y que respalda el Ministerio de Educación de Holanda, quien señala que el mindfulness puede ser de gran ayuda para los niños que están demasiado estresados, demasiado dispersos, demasiado angustiados, para que vuelvan a encontrar su centro y tranquilizarse (2013: 14). Es obvio que los niños merecen nuestro respeto y nuestra atención más profesional y humana, por eso no podemos olvidar que también poseen una dimensión interior que debe ser cuidada y educada con cariño. Si no somos capaces de enseñarles mediante la atención que les damos a prestar atención a su mundo interior, a tener paciencia y a confiar difícilmente podremos pedirles que sean así con los demás.

En educación, en ocasiones, caemos en el error de suponer que los niños, sobre todo en ciertas edades, deben saber ciertas cosas, pero lo cierto es que no es así puesto que lo que no se enseña, ya sea en la escuela o en la familia, no se puede aprender. Desde aquí debemos de enseñar a cuidar la dimensión espiritual del niño que, junto a su dimensión emocional, es la más frágil y por ello merece un cuidado especial que no se ofrece desde un conjunto de verdades sino desde la experiencia buena de la vida que incluye el respeto hasta de lo más ínfimo. Afirma Hellinger, uno de los pioneros en Pedagogía Sistémica y referente mundial en el tema de Constelaciones Familiares, que el lugar más seguro desde el cual un maestro puede enseñar es el de más abajo. Ahí tiene la mayor fuerza (2014: 181).

Para concluir, creo que sería conveniente caer en la cuenta de que, como se suele decir, no hay nada nuevo bajo el sol por lo que, en muchos casos, merece la pena investigar un poco para descubrir si dentro de nuestra tradición se encuentra escondido o diluido aquello que andamos buscando bajo otra etiqueta. En nuestro caso hemos advertido cómo, en cierta manera, el mindfulness tiene una fuerte resonancia con la oración contemplativa dentro del ámbito cristiano que merece nuestra consideración. Por otro lado, hemos realizado una especie de pequeña oda en pro de la búsqueda del sentido de aquello que hacemos. La indiferencia nunca es real por más clara que se no presente, pues detrás de un planteamiento u otro siempre se haya el trabajo de muchas personas que invirtieron su tiempo y su vida en ello. Por último, quisiera expresar que mi intención a la hora de escribir este texto ha sido la de despertar la curiosidad del lector sobre la relación existente entre lo que suena a nuevo y vende y aquello que atesoramos, que es profundamente valioso y que nos remite a nuestras raíces.

Afirma Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia y Catedrático en Fisiología Humana, que sin atención no hay aprendizaje. Y esa capacidad, que además tiene una estrecha relación con la curiosidad, nace de la habilidad del profesor para convertir la clase en un cuento, una historia, creando una envoltura atractiva, cualquiera que sea la temática que trate (2013: 81). Debemos educar nuestra interioridad para ser capaces de tratar con los relatos internos y hermosos de nuestro alumnado. Este es el reto profesional que debemos hacer nuestro.

Jose Chamorro


Notas:
(1) https://es.wikipedia.org/wiki/Mindfulness_(psicolog%C3%ADa)  Volver arriba
(2) Hay que señalar que dentro de la corriente humanista de la psicoterapia Gestalt también encuentra resonancia en la expresión awareness, esto es, el darse cuenta, tomar conciencia o percatarse (como lo enuncia Claudio Naranjo)  Volver arriba
(3) El budismo se desarrolló como en tres oleadas sucesivas que se conocen con los nombres de Theravara (s. IV – III a. C), Mahayana (s. II d.C. ) y Vajrayana (s. VIII d. C.)  Volver arriba
(4) Existe una obra muy interesante de Daniel Goleman, famoso psicólogo que divulgó el tema de la inteligencia emocional, sobre los distintos caminos de la meditación que referenciaré en la bibliografía.  Volver arriba
(5) Cf. CHAMORRO, J. Reconocer la interioridad, en Religión y Escuela nº 277, Madrid 2014  Volver arriba
(6) Algunas de ellas las enunciaba en el artículo que escribiera bajo el título: A propósito de la Inteligencia Espiritual, en Diálogo nº 311, Sevilla 2014-2015  Volver arriba
(7) En este sentido iba la reflexión y la propuesta que hice en el artículo “Fortalecer el itinerario espiritual de nuestro alumnado”, en Religión y Escuela nº 257, Madrid 2012  Volver arriba

Bibliografía:

BUXTON, N. El Silencio Interior. Práctica de la Meditación Cristiana, Sígueme, Salamanca 2015
D´ORS, P. Biografía del silencio, Siruela, Madrid 2012
GOLEMAN, D. Los caminos de la meditación, Kairós, Barcelona 2003
GRÜN, A. La sabiduría de los Padres del Desierto, Sígueme, Salamanca 2010
HELLINGER, B. Mirar el alma de los niños, Grupo CUDEC, México 2014
KABET-ZINN, J. Mindfulness en la vida cotidiana, Paidós, Barcelona 2016
MORA, F. Neuroeducación, Alianza, Madrid 2013
NARANJO, C. Entre meditación y psicoterapia, La Llave, Vitoria 2008
SCHOEBERLEIN, D. Mindfulness para enseñar y aprender, Gaia, Madrid 2012
SNEL, E. Tranquilos y atentos como una rana, Kairós, Barcelona 2013
WILBER, K. & COL., La práctica integral de vida, Kairós, Barcelona 2010


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Reflexiones:

  1. REPLY
    Isabel dice:

    me gustaría saber si en Viladecans Barcelona hay algún sitio donde se pueda hacer?

  2. REPLY
    carmen dice:

    Con qué placer leo estos articulos!!! Muchas gracias!!y Bendiciones!!

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