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¿Qué hace Br. David a sus 96 años?

David Steindl-Rast

El 12 de julio el hermano David Steindl-Rast celebra 96 años de vida, y su cumpleaños lo encuentra escribiendo un nuevo libro: “Orientación para una vida plena”. Ofrecemos aquí un adelanto.


Foto: Diego Ortiz Mugica

¡Feliz cumpleaños, Br. David!

Al cumplir 96 años, el hermano David Steindl-Rast continúa invitando con sus palabras a no cesar en nuestra búsqueda de la plenitud y la felicidad. En estos momentos, Br. David se encuentra terminando de darle forma a su nuevo libro: Orientación para una vida plena, que comienza con esta dedicatoria: “Este libro está dedicado a todos los jóvenes y a todas aquellas personas que siguen siendo lo suficientemente jóvenes como para abrirse siempre hacia los horizontes más amplios con el corazón en la mano”. ¡Que sus palabras y su ejemplo nos empujen hacia esos horizontes! Compartimos un adelanto de esta obra, a publicarse a fines de octubre.

Prefacio

Quiero saber de qué se trata todo este show
antes de que termine.
—Piet Hein

Promediando ya mis 90 años, le pregunté recientemente a mi amigo Tomás, que está en sus veinte: “¿Qué hay de los jóvenes de hoy? ¿Ustedes también anhelan saber, con tanta pasión como Piet Hein y yo, de qué se trata la vida en última instancia?” “Sí”, me respondió sin dudar un momento, “¡nos lo preguntamos todo el tiempo!”

Fue esa respuesta de Tomás la que me impulsó a escribir este libro. En él quiero intentar compartir los puntos de orientación más relevantes que pude identificar a lo largo de mi vida. Pues, si queremos encontrar nuestro lugar en el mundo para orientar nuestras vidas, debemos observar la red dinámica que vincula todo con todo. Solo así podremos entender nuestra misión personal en su contexto más amplio.

El libro de referencia y el ensayo se fusionan en esta obra. El texto continuo puede servir inspiración a todos los que buscan orientación. Y en los tiempos confusos que nos toca vivir, pueden ser muchos. En esa primera parte del libro profundiza las palabras clave más importantes según su orden interior. Queremos ofrecer reflexiones sobre ideas y actitudes de vida que puedan servir a nuestro propósito, convocando al lector a recurrir siempre a su experiencia personal y así, promover su reflexión íntima y personalísima.

La segunda mitad del libro será quizá la favorita para muchos, en particular para los entusiastas de la lengua que simplemente disfrutan la posibilidad de expresarse con claridad. Encontrarán allí distinciones relevantes entre términos que lamentablemente a menudo se descuidan. Esta parte del libro también puede ser utilizada como obra de consulta, por ejemplo, por los aprendices, que buscan definiciones claras. Incluso grupos de estudio y círculos de lectura que quieren alcanzar una comunicación más precisa pueden encontrar aquí un manual con aproximadamente 100 explicaciones breves de términos básicos para la orientación espiritual. Una red de referencias cruzadas con un asterisco conecta las dos partes y facilita la comprensión, remitiendo a explicaciones complementarias. Incluso después de leerlo, muchos probablemente encontrarán este diccionario de palabras clave como un buen consejero para cuestiones espirituales, que amerite mantenerlo a mano.

A la búsqueda de un símbolo para la totalidad

La totalidad es lo que me interesa ardientemente. Considerar el todo en su horizonte más vasto, entender cómo se relaciona todo con todo lo demás, ha sido mi mayor pasión a lo largo de mi vida. El intento de trazar un mapa para orientarnos en esa totalidad usando solo unas cien palabras clave resulte seguramente una empresa demasiado audaz. Pero en cualquier caso, creo que el esfuerzo vale la pena. Al fin y al cabo, en nuestras vidas, solo podemos intentar. Nunca controlar el resultado.

Seguramente surgirá la objeción: ¿Cómo se puede pretender trazar un mapa para orientarnos en un mundo en constante cambio? En verdad un mapa es una imagen demasiado estática para lo que estamos tratando de representar. Se trata más bien de comprender la coreografía del conjunto, cuyas características más importantes son el movimiento y el cambio.

Ahora bien, si nos detenemos a observar con profundidad, notaremos otro componente de la totalidad, menos obvio quizá pero igualmente importante: la quietud. Si bien todo está en movimiento, y nosotros también nos movemos con todo, estamos, al mismo tiempo, en reposo. Sin esta experiencia de quietud y reposo, no seríamos conscientes, por contraste, del movimiento. La quietud, por ello, tanto como el movimiento, pertenecen a la totalidad, y consecuentemente nuestro símbolo para toda la realidad debe poder expresar a ambos. Viene, entonces, a nuestra mente la imagen de una danza circular.

En las culturas más diversas, los niños disfrutan de bailar tomados de la mano en un círculo, cantando y danzando al ritmo de sus canciones. Y no sólo los niños; danzas sagradas de todas las tradiciones siguen el patrón de un movimiento que parece reposar en sí mismo. Desde los círculos de piedra prehistóricos hasta los mándalas orientales, el círculo y el anillo han sido utilizados incansablemente como símbolos del todo cósmico, evidentemente emparentados con el símbolo de la danza circular. Nos inclinamos, pues, por simbolizar la totalidad con la imagen de una danza circular, que sin principio ni fin, descansa en sí misma, mientras se mueve sin cesar.

No importa cuán vertiginosa la danza pueda llegar a ser —pensemos por ejemplo en el giro de los derviches—, ella sigue reposando en sí misma. Y por muy largos que sean los pasos o saltos de los bailarines, éstos no avanzan hacia ningún destino. Pues, no bailamos para llegar a ningún sitio. La danza no tiene un fin fuera de sí, y sin embargo está plena de sentido. Ahora bien, aún cuando la danza no se orienta hacia una meta, cuando bailamos claramente aspiramos a algo: queremos darle a la música la mejor expresión posible y estar en ritmo con nuestro paso, ahora y ahora y ahora. Así, la metáfora de la danza nos muestra que la totalidad puede, paradójicamente, al mismo tiempo tener y no tener una meta. Su dirección no tiene un objetivo, pero su performance sí lo tiene. Cada figura es un fin en sí misma; cada uno alcanza la perfección siendo plenamente él mismo. Cuando compartimos la danza de la vida todo gira en torno a la oportunidad, momento a momento, de seguir el paso, con nuestros compañeros más cercanos en el círculo y, a través de ellos, con todos los bailarines. El objetivo es volverse completamente uno con el ritmo y la armonía del baile. La danza es aquí, pues, símbolo del andar y el devenir de todo el universo.

El símbolo de la danza circular, sin embargo, no debería llevarnos a la confusión de que todo es pasajero e intrascendente. De hecho, a veces nuestra danza puede alcanzar tal grado de plenitud que quisiéramos guardar ese instante para siempre. Son momentos donde pareciera que nuestra forma de danzar expresa algo que nos constituye pero también nos trasciende, algo tan primordial y universal como un arquetipo. Rainer Maria Rilke sugiere que todo lo que ha madurado hasta ese grado de plenitud alcanza una relevancia primordial y duradera, y lo contrasta con el transcurrir ligero e inconsecuente de las nubes pasajeras.

Ligero, aunque el mundo puede cambiar de forma
como las nubes cambian de apariencia,
todo lo que ha madurado plenamente
se une a lo primigenio.

Este retorno a lo primordial puede ocurrir tanto en las grandes obras de la humanidad –pensemos en el Taj Mahal, en el Hamlet de Shakespeare o en el Mesías de Handel– como hasta en la más humilde de las acciones humanas de amor y servicio. Cada vez que una madre abraza a su bebé junto al corazón recrea a la Gran Madre, y cada vez que un joven supera sus caprichos, el arquetipo del sabio se ilumina detrás suyo.

Resulta conmovedor pensar en un plano de existencia en el que toda respuesta valiente, compasiva y creativa a la vida, todo lo que alcanza su plenitud en este plano siempre cambiante, encuentra su regreso a casa en un nivel más profundo y allí es preservado, quedando grabado para siempre.

En otro poema Rilke nos simboliza a nosotros, los humanos, como abejas que cosechan el néctar de lo visible en el gran panal dorado de lo invisible. Cualquiera que sea la imagen, resulta conmovedor pensar en un plano de existencia en el que toda respuesta valiente, compasiva y creativa a la vida, todo lo que alcanza su plenitud en este plano siempre cambiante, encuentra su regreso a casa en un nivel más profundo y allí es preservado, quedando grabado para siempre.

La mejora en la propia danza es, así, una tarea personal, pero no es un asunto privado; como todo juega con todo, la danza entera se ve afectada por la forma en que baila cada bailarín. La calidad de la danza del círculo sagrado depende de la atención que cada bailarín preste a todos los demás. Cada paso de baile en sintonía mejora la danza en su totalidad. William Butler Yeats sabía esto cuando expresaba:

Oh cuerpo mecido al son de la música, oh mirada luminosa,
¿cómo podemos distinguir al bailarín del baile?

Resulta particularmente significativo que cuando nos posicionamos como meros espectadores externos, no podemos percibir las cosas más importantes. Visto desde fuera del círculo, siempre nos parece que los que están más lejos de nosotros están caminando en dirección opuesta a los que están más cerca nuestro. Solo cuando decidimos hacernos parte, entrar al círculo, tomar a nuestros vecinos de la mano y bailar, es que nos damos cuenta de que todos se mueven en la misma dirección.

C. S. Lewis, en cuya novela espacial Perelandra encontré por primera vez la imagen de la Gran Danza —el Gran Juego, como también la llama—, escribe: “Empezó desde antes de siempre. (…) La danza que bailamos es el centro y para la danza todo fue creado. (…) En el plan de la Gran Danza, los planes se entrelazan, incontables, y cada figura conduce, a su tiempo, al florecimiento del diseño completo al que todo apunta. (…) Todo lo creado carece de plan para la mente oscurecida, porque hay más planes en juego de los que ella puede imaginar. (…) Pon tus ojos en un movimiento y él te guiará a través de todos los patrones y te parecerá el movimiento maestro. Pero lo aparente será verdad. Que ninguna boca lo contradiga. Parece que no hay plan porque todo es plan: parece que no hay centro porque todo es centro”.

T. S. Eliot habla de este misterioso centro, del Ahora como “el punto quieto del mundo que gira”. Ese Ahora es el momento en el que el bailarín está “quieto y sin embargo, en movimiento”, en plena sintonía con el ritmo cósmico. El Ahora es el momento en el que, paradójicamente, la flecha circular de la danza da en el blanco sin detenerse en su vuelo. En este “punto de quietud, ahí está la danza (…) Si no fuera por el punto, el punto de quietud, / No habría danza, y no hay más que danza”.

Mantengamos presente esta metáfora de la danza circular siempre que pensemos en la totalidad; nos servirá como telón de fondo para todas las consideraciones que abordaremos en esta obra. Más aún, en un sentido, todo el libro será una exploración de las ricas implicancias de esta imagen. De hecho, el título de este libro podría haber sido “Cómo participar de la Gran Danza”.

Un conocido proverbio ruso dice: “El amor es como un anillo. Un anillo no tiene fin”. Y el poeta Robert Frost agrega: “Bailamos en un círculo y suponemos, pero el Secreto se sienta en el centro y sabe”. En conjunto, estos dos breves textos iluminan la misma conclusión que el Dante en su famoso verso final, “El amor que mueve el sol y las otras estrellas”: el Misterio central de la Gran Danza es el amor.


Reflexiones:

  1. REPLY
    Andrea Lopetegui dice:

    Gracias! gracias! gracias! querido y siempre luminoso Hermano David! Bendiciones sin fin

  2. REPLY
    Vanesa Olivera dice:

    Feliz cumpleaños querido hermano! Conocerlos en una conferencia en bs as fue luz para mi vida. En el camino diario de la vida, la gratitud es mi grata compañía. Un abrazo enorme para usted y muchas bendiciones en su día !

  3. REPLY
    Estela Roveda dice:

    Hoy cumplo años como Brother David,lo siento como una gracia especial cumplir el mismo día que el.
    Happy birthday for you dear Brother David!!!

    • REPLY
      Vivir Agradecidos dice:

      Feliz cumpleaños Estela!
      Te saludamos con cariño,
      El equipo de Vivir Agradecidos

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