¿Cómo perdonar? Respondiendo a esta pregunta, el hermano David ofrece una visión esclarecedora. El perdón es un don, y es un don que nace del corazón, donde somos uno con todos.
Hay tres formas de dar, de entregar. El perdón es la forma más difícil de entrega. La partícula “per” en per-donar significa intensidad: el perdón es un don en grado supremo.(1)
El primer nivel del dar consiste en renunciar a algo. Este “dar” a menudo se refiere a hacerle un presente a alguien, pero es más: es el dar de una madre a su hijo, es el “dejarlo ir”. Una madre debe “dejar ir” a su hijo para que nazca, y después, una y otra vez durante su vida, la madre tiene que renunciar al hijo. Esta renuncia, sin embargo, implica al mismo tiempo un apoyo. Esta es la diferencia entre abandonar y dejar ir: uno no se preocupa por aquello que abandona, pero sí por aquello que deja ir.
El segundo nivel del dar es el agradecer. Esto es más difícil aún. Por una parte, cuando damos las gracias no damos nada: no damos un obsequio a quien nos dio un obsequio; simplemente damos las gracias. Es como si dijéramos: “No tengo nada, por eso te doy las gracias por lo que me diste”. Pero dar las gracias de verdad es también muy difícil, puesto que nuestro agradecimiento tiene que nacer del corazón. Para poder agradecer, tenemos que llevar el regalo a nuestro corazón, y todo lo que llevamos al corazón hace que el corazón se rompa. Es necesario que se rompa; no que se destruya, sino que se abra. Para realmente dar las gracias tenemos que hacernos vulnerables, y tomar las cosas “a pecho”, de corazón.
Si perdonamos desde el corazón, estaremos perdonando a alguien con quien somos uno.
Perdonar es el tercer nivel del dar. Este es el grado más difícil, ya que solo se puede perdonar desde el corazón, y el corazón no es un lugar privado. Sintamos por un momento lo que sentimos cuando entramos al corazón. No es como meternos en el agujero de un ratón, donde estamos absolutamente solos; por el contrario, cuando nos permitimos sentir ese corazón desde donde amamos a la gente que amamos, cuando sentimos nuestro espacio más íntimo, nos damos cuenta de que en ese espacio somos uno con todos. Cada uno debe corroborarlo con su propia experiencia. Si perdonamos desde el corazón, en el que todos somos uno (y solo podemos perdonar desde el corazón), entonces estaremos perdonando a alguien con quien somos uno. Esto significa que antes de poder perdonar tenemos que hacernos cargo de la culpa, ya que quien es culpable y quien perdona están unidos. Nelson Mandela es un buen ejemplo. Fue un héroe del perdón porque fue realmente uno con todos. Mandela tuvo un corazón tan grande, que cada uno pudo sentirlo como suyo, como a su propio corazón.
(1)
Lo mismo ocurre en inglés: La partícula “for” en “to forgive” (perdonar) refuerza al verbo “to give” (dar).
Volver arriba
Reflexiones:-
Embajadores de la Vida5 abril, 2024 Confiar en el misterio de la vida30 marzo, 2024 ¡Basta, por favor!6 marzo, 2024 Para comprometernos a vivir agradecidos5 febrero, 2024 El sentido del tiempo7 enero, 2024
Blaca beatriz iribarren dice:
21 marzo, 2015a las18:31Que enseñanza !! me gusta esta publicacion y me hace reflexionar sobre este tema..gracias
Artículos de Br. David:
El pasado 15 de marzo, el equipo de Vivir Agradecidos se reunió en una Jornada ...
En esta época del año, diversas tradiciones celebran el resurgir de la vida. En su ...
Br. David se hace eco del llamado urgente del Papa Francisco a lograr un cese ...
Todos podemos hacer nuestra esta promesa que escribiera Br. David. Un pequeño recordatorio que nos ...
Las vacaciones son una buena ocasión para detener la carrera frenética a la que nos ...
Ver todos sus artículos
¿Quieres contribuir?
Tu colaboración generosa nos permite continuar con la obra de Vivir Agradecidos...Donar ahora