El monje budista Thich Nhat Hanh advierte que detrás del deseo de estar permanentemente “conectados” puede esconderse el temor a encontrarnos con nosotros mismos.
Tengo la impresión de que muchos de nosotros tenemos miedo al silencio. Siempre estamos absorbiendo algo —textos, música, radio, televisión, pensamientos— para llenar el espacio vacío. Si el silencio y el espacio son tan importantes para nuestra felicidad, ¿por qué no dejamos más tiempo para ello en nuestra vida?
La pareja de uno de mis estudiantes es muy amable, es muy buena escuchando a los demás, y no es muy habladora; pero en casa siempre tiene la televisión o la radio encendida y le gusta tener un periódico al frente cuando se sienta a tomar desayuno. Conozco a una mujer que tiene una hija a quien le encanta ir al templo Zen local y sentarse a meditar, y animaba a su madre a probarlo. La hija le dijo: “Es muy fácil, mamá. No necesitas sentarte en el suelo, hay sillas disponibles. De hecho, no necesitas hacer nada. Simplemente nos sentamos en silencio”. La mujer respondió con mucha sinceridad: “Creo que tengo miedo de hacer eso”.
Estamos siempre conectados, pero seguimos sintiéndonos solos. Estar rodeados de estímulos nos facilita distraernos de aquello que estamos sintiendo. Pero cuando hay silencio, todas estas sensaciones se presentan con claridad.
Estamos siempre conectados, pero seguimos sintiéndonos solos. Estar rodeados de estímulos nos facilita distraernos de aquello que estamos sintiendo. Pero cuando hay silencio, todas estas sensaciones se presentan con claridad.
Nos podemos sentir solos incluso cuando estamos rodeados de mucha gente: estamos solos juntos. Hay un vacío adentro. Nos sentimos incómodos con ese vacío, así que tratamos de llenarlo y hacerlo desaparecer. La tecnología nos brinda muchos recursos que nos permiten estar “conectados”. En nuestros días, estamos siempre conectados, pero seguimos sintiéndonos solos. Revisamos si tenemos nuevos emails y chequeamos las redes sociales varias veces al día. Escribimos emails o posteamos un mensaje tras otro. Deseamos compartir, deseamos recibir. Nos ocupamos todo el día en este esfuerzo por conectar.
¿De qué tenemos tanto miedo? Puede que sintamos un vacío interno, un sentido de aislamiento, una tristeza, o nuestra inquietud. Puede que nos sintamos desolados y poco apreciados, o que quizás nos falte algo importante. Algunos de estos sentimientos son muy antiguos y han permanecido con nosotros durante muchísimo tiempo, por debajo de todo nuestro hacer y pensar. Estar rodeados de estímulos nos facilita distraernos de aquello que estamos sintiendo. Pero cuando hay silencio, todas estas sensaciones se presentan con claridad.

Thich Nhat Hanh y el hermano David Steindl-Rast en el monasterio de Plum Village, Francia.
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Aurora dice:
15 mayo, 2018a las13:03El silencio interior deja un mensaje positivo. Las distracciones aparecen siempre. Lo bueno es saber elegir..Yo los elegí a Ustedes.
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