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Sé tú mismo, da lo mejor de ti

Densho Quintero nos invita a dejar de preocuparnos por satisfacer expectativas ajenas y descubrir nuestro verdadero ser. A ello debería apuntar la educación: a cultivar lo mejor de sí en bien de los demás.



Nuestro verdadero ser

Estamos tan ocupados en satisfacer las expectativas que los demás tienen de nosotros o en cumplir con los modelos de fama, éxito, belleza, fortuna o acumulación, impuestos desde afuera, que no nos damos tiempo de pensar quiénes somos realmente.
Absortos en múltiples tareas para complacer a otros, no podemos ocuparnos de encontrar nuestro verdadero ser. Aquel que está oculto tras las máscaras con las que buscamos la aprobación de los demás.

Si cada uno da lo mejor de sí, ya no será uno solo el que triunfa, sino la totalidad la que se beneficia.

Sin duda, en nuestras sociedades contemporáneas, esta es una de las causas de mayor insatisfacción y sufrimiento. Afortunadamente es posible modificar esto haciendo un alto en nuestra vida. Detener los impulsos mecánicos del ego y dirigir la mirada hacia adentro en silencio. Sin dejarnos llevar por el ruido del afuera podemos contemplar nuestro ser más íntimo, para expresar en nuestra cotidianidad lo mejor de nuestra propia vida. Permitirnos ser cien por ciento nosotros mismos, expresar y alcanzar nuestro máximo potencial.

El papel de la educación

Los individuos existimos como parte de una totalidad, estamos en íntima interconexión con todo lo que existe y todo lo que hacemos tiene repercusiones sobre el conjunto.
La educación debería enseñarnos a comprender esta interdependencia y guiarnos para actuar de manera responsable con esta claridad. Debería dejar de ocuparse de inculcar ideologías y creencias, dejar de formar seres bonsái, borregos para satisfacer las necesidades del sistema, y dedicarse a crear las condiciones para que los individuos puedan expresar lo mejor de sí mismos.

La educación no debería exaltar más la competitividad pasando sobre otros, ni ensalzar el éxito individual por encima de los demás, sino dedicarse a promover la creatividad y los valores de convivencia, aceptación de las diferencias, respeto, amabilidad y generosidad. Si cada uno da lo mejor de sí teniendo en cuenta estos valores, sin duda esto redundará en favor de todos, ya no será uno solo el que triunfa, sino la totalidad la que se beneficia.

Densho Quintero


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