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Prácticas de sintonía

Alexander Laszlo propone prácticas para lograr la armonía en cinco niveles: personal, interpersonal, ecosistémica, transgeneracional y cósmica.



El presente artículo surge a continuación del diálogo del Prof. Alexander Laszlo y el Dr. Christian Plebst acerca de las prácticas que pueden ayudarnos a desarrollar un sentido de sintonía en todos los niveles de nuestra vida.

¿Cómo sería hacer fluir al universo? ¿Estar tan en armonía con la trama y urdimbre de las dinámicas de cambio, de modo que cada uno de nuestros pensamientos, acciones e inacciones contribuyan al surgimiento de la afirmación de la vida, la creación del futuro, las relaciones de crecientes oportunidades, conscientemente, expresamente e intencionalmente; y sin embargo fácilmente, genuinamente, naturalmente? Quizás hayas tenido momentos en que experimentaste esta plena consonancia con el devenir de la vida (lo que Teilhard de Chardin hubiera llamado una experiencia de sintonía) y si la has tenido, sabes que no puede forzarse o hacer que ocurra.

Pero como el mítico caballero Jedi que aprende a dominar la Fuerza, también nosotros podemos aprender la magia cotidiana del correcto alineamiento como la verdadera expresión de la voz del universo que surge de un momento a otro en esa sagrada danza de ser y devenir.

Como toda forma de danza verdaderamente creativa y vivificante, esto solo se puede hacer como una relación: con uno mismo, con los demás, con la naturaleza, con el potencial inherente al puente que representamos entre lo que ha sido y lo que vendrá, y finalmente con el “alma del mundo”, aquella quintaesencia que lo sostiene a todo. E implica entrenamiento y práctica. Mucha práctica, aunque aprender a desarrollar nuestro sentido de sintonía se parece más a aprender a amar que a seguir un manual de instrucciones para poder hacer algo en particular.

Estar disponibles al devenir de la vida en un universo que autoevoluciona, es verdaderamente la cosa más simple y natural del mundo. Y sin embargo, tan pronto como nos detenemos a reflexionar sobre lo que está pasando, o pensamos en ello de alguna forma, hacemos desaparecer la sintonía, y ya no estamos en armonía, no estamos viviendo el momento. Estamos pensando en lo que acaba de pasar, destilándolo en palabras y congelando el momento para poder reflexionar sobre ello. Esto nos coloca justo detrás del presente, siempre tratando de alcanzarlo, pensando en lo que ya pasó justo mientras está pasando.

Si pudiéramos simplemente apagar lo que los psicólogos llaman la “mente de mono”, esa parte de nuestra conciencia que mantiene un incesante parloteo dentro de nuestra cabeza, constantemente comentando acerca de todo, entonces seríamos capaces de estar mejor dispuestos para los caudales de energía e información de vida que manan a través de Gaia desde el Cosmos. Aquietar esa mente de mono, abandonarnos al momento presente (sin necesidad de “hacer algo” con ello, solamente estando presentes, completamente presentes), y dejar que nuestras percepciones fluyan con lo que sea que surja en el campo de nuestra conciencia: ésta es la práctica. Tres simples pasos que lleva toda una vida cultivar. El resultado final es un mejor fluir con lo que sucede en nuestra vida, un mayor sentido de conectividad con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza, con nuestros ancestros y con los que vendrán después de nosotros, e incluso con otros tiempos y lugares del cosmos.

En un tiempo caracterizado por nuestro apuro de “resolver el problema” de una pandemia global, y el concomitante aumento de noticias falsas, el compromiso con prácticas que nos conecten y orienten se han transformado en una verdadera necesidad.

El desafío consiste no solo en estar abiertos y disponibles para los flujos de información y energía de la dimensión del cosmos más profunda, sino también en incorporar dichos caudales a una práctica global a través de la cual hacemos de cada momento una expresión de nuestro vivificar al cosmos. David Price escribe acerca de comprometernos en un “daologo” (1) con la Tierra. Se pregunta: “Cómo podríamos escuchar y actuar de otro modo ante esta percepción de la conversación de la Tierra, esta envolvente capa planetaria, esta inteligencia conectora y colectora, esta suma de todos los diálogos, este daologo?” Al comprometernos con este daologo, participamos en la narrativa del mundo que forma la trama de nuestro ser y devenir individual y colectivo. La virtud y el carácter de esta trama dependen de la forma en que orquestemos nuestra vida a través de cinco dominios o esferas de sintonía.

Hay prácticas que podemos hacer en cada nivel para profundizar nuestro sentido de sintonía:

1- Primera esfera de sintonía: el dominio de la convivencia con nosotros mismos; disponibilidad interna o intrapersonal. Las prácticas incluyen la concentración, el aquietar la mente de mono, el escuchar con cada célula de nuestro ser. Estas prácticas cultivan la intuición, la empatía, la compasión, la visión interior sintonizada con la visión exterior, y el propósito de explorar y seguir nuestra más profunda vocación.

2- Segunda esfera de sintonía: el dominio de la convivencia con los demás; disponibilidad comunitaria o interpersonal. Las prácticas incluyen el diálogo profundo y la colaboración. Reunirnos para aprender con y de cada uno, y comprometernos en acciones coordinadas con consideración, apertura y alegría para lograr una sabiduría colectiva.

3- Tercera esfera de sintonía: el dominio de la convivencia con la naturaleza; disponibilidad ecosistémica o trans-especie. Las prácticas incluyen la comunión, el escuchar el mensaje de todos los seres (ya sean cataratas, animales, montañas o galaxias), reconociendo nuestra interdependencia y unidad esencial.

4- Cuarta esfera de sintonía: el dominio de la convivencia con antepasados y futuras generaciones; disponibilidad evolutiva o transgeneracional. Las prácticas incluyen el escuchar los mensajes de las voces de aquellos que nos han precedido y preparado el terreno para nuestro propio ser en el aquí y ahora. Simultáneamente implica involucrarnos con las futuras generaciones, y ver cuál es la trama que aquí y ahora podemos crear para su bien. Estas prácticas cultivan nuestra habilidad para fluir con el proceso de ser y devenir que le da dirección, dimensión y sentido a nuestra vida.

5- Quinta esfera de sintonía: el dominio de la convivencia con la profunda dimensión del cosmos; disponibilidad holotrópica o pancósmica. Las prácticas implican aprender a leer los patrones de cambio de los cuales formamos parte; aprender a escuchar los ritmos de la vida que emanan de la más profunda dimensión del cosmos, y familiarizarnos con la trama compleja e improvisada que la naturaleza ha desarrollado desde tiempos inmemoriales. Estas prácticas cultivan nuestra habilidad para representar nuestro propio papel, cantar y bailar en nuestro propio sendero hacia la existencia en armonía con los grandes diseños de la creación cósmica y participar en los florecientes acontecimientos de la vida.

He aquí algunas preguntas que te pueden guiar en la práctica de la disponibilidad dentro de cada esfera de sintonía:

En la primera esfera (disponibilidad intrapersonal):
¿Quién soy y cuál es mi propósito en la vida? ¿Cuáles son mis talentos? ¿A qué estoy llamado a colaborar? ¿Qué le da sentido a mi vida? ¿Qué contribuye a mi desarrollo personal?

En la segunda esfera (disponibilidad interpersonal):
¿Qué inquietudes en común nos reúnen? ¿Cuál es nuestra visión compartida? ¿Cómo queremos contribuir al florecimiento de la vida? ¿Quiénes son nuestros compañeros y colaboradores? ¿Qué necesitamos aprender? ¿Qué queremos crear? ¿Cuál es nuestra propuesta de valor o contribución original a quienes nos rodean? ¿Qué refuerza nuestros valores, identidad y cultura?

En la tercera esfera (disponibilidad trans-especie):
¿Qué dones recibimos de la naturaleza que no hemos reconocido? ¿Qué relaciones y conexiones necesitan ser restauradas? ¿Cómo podemos contribuir a la regeneración de nuestros ecosistemas? ¿Cómo sería una relación próspera con la naturaleza?

En la cuarta esfera (disponibilidad trans-generacional):
¿Qué pensarían nuestros antepasados de nuestro trabajo y de nuestra vida? ¿Qué pensarían los hijos de nuestros hijos sobre nuestras preferencias? ¿Cómo honramos nuestro pasado y creamos nuestro futuro intencionalmente? ¿Cómo nos convertimos en activos y conscientes participantes en el desarrollo de la vida?

En la quinta esfera (disponibilidad pancósmica):
¿Qué mensajes nos llegan en momentos de sincronicidad, en sueños, cuando sentimos que estamos teniendo una experiencia “déjà vu”, o en momentos “eureka”, o destellos de percepción e inspiración repentina, cuando sentimos estar verdaderamente alineados y conectados con algo más grande que nosotros?

La sintonía integral tiene lugar cuando las cinco esferas de sintonía se alinean coherentemente en una práctica diaria, resultando en un compromiso con la vida de espectro completo. Esto se da cuando participamos en el proceso de dar vida al cosmos y, como consecuencia, nosotros mismos resultamos llenos de vida. En un tiempo caracterizado por una dinámica VICA (volátil, incierta, compleja y ambigua), exacerbada por nuestro apuro de “resolver el problema” de una pandemia global, y el concomitante aumento de noticias falsas, el compromiso con prácticas que nos conecten y orienten se han transformado en una verdadera necesidad. Cultivar nuestro sentido de sintonía a través del tipo de prácticas aquí descriptas, es una forma poderosa de fortalecer nuestra brújula interior. Una vez que empezamos a hacer esto, podemos desarrollar nuestras propias prácticas de disponibilidad y conectividad.

He aquí algunas preguntas de final abierto para ayudarte a personalizar tu práctica de sintonía:

¿Con qué prácticas cuentas para ayudarte a ser coherente con los cinco dominios en tu propia vida, prácticas que te lleven a un momento no reflexivo en el que puedas estar plenamente presente para ti mismo, para los demás, para la naturaleza, para las pasadas y futuras generaciones de todos los seres a través del tiempo y el espacio, y para las dimensiones trascendentales del mundo? Y al alinear estas cinco esferas de modo coherente, ¿cómo cambia tu experiencia de vida?

(1)
“Daologo” es un término acuñado por David Price que hace referencia al Dao (o Tao), esencia primordial o aspecto fundamental del universo y del ser humano. Volver arriba


El Prof. Alexander Laszlo es Presidente del Consejo del Centro Bertalanffy para el Estudio de Ciencia de Sistemas (BCSSS), Director de Investigación en el Instituto Laszlo de Investigación Nuevo-Paradigma, y Colaborador Global del Global Education Futures (GEF). Es Director Fundador del Doctorado en Dirección de la Innovación Sistémica de la Escuela de Postgrado del ITBA, Argentina. Enseña liderazgo evolutivo, colaboración y pensamiento sistémico, y diseño de sistemas y ecosistemas sociales en una variedad de programas MBA y de Doctorado a nivel internacional.


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