Chris Wilson, miembro de ANG*L (Una Red para Vivir Agradecidos), presenta a la gratitud como una ética para nuestro tiempo. “La práctica de la gratitud puede tomarse como una ética universal, capaz de guiarnos pacíficamente hacia una nueva era en la que logremos compartir equitativamente los recursos naturales y cuidar el medio ambiente pensando en las generaciones futuras”.
La práctica de la gratitud puede tomarse como una ética universal, capaz de guiarnos pacíficamente hacia una nueva era en la que logremos compartir equitativamente los recursos naturales y cuidar el medio ambiente pensando en las generaciones futuras. Según el diccionario, una ética es “un conjunto de valores o normas morales”. Sin embargo, no buscamos aquí dar un conjunto de normas, sino presentar principios generales y valores con los que queremos relacionarnos con la vida y con nuestros semejantes.
En nuestra época actual, tanto los peligros como las oportunidades han alcanzado un nivel de impacto mundial. La tecnología, el capital y las oportunidades de trabajo fluyen libremente entre las naciones, pero lo hacen de tal manera que mientras benefician a unos empobrecen a otros. Más aún: el peligro de guerra, terrorismo y desastres ecológicos que se originan en un punto del planeta tienen un alcance global, de manera que ningún país queda excluido de tales amenazas.
Muchas culturas tradicionales miran a los cambios vertiginosos propios de la globalización como una conquista cultural de Occidente, y responden a ella violentamente.
Muchas culturas tradicionales miran a los cambios vertiginosos propios de la globalización como una conquista cultural de Occidente, y responden a ella violentamente.
Los cambios a nivel mundial de los que somos testigos constituyen probablemente el mayor desafío que jamás hayamos enfrentado. Podemos incluso decir que es la primera vez que un desafío exige una respuesta conjunta por parte de la humanidad. Por esta razón, necesitamos una nueva ética no solo para las naciones desarrolladas, sino una ética que pueda ser también compartida por culturas tradicionales. Sostenemos esto porque muchas culturas tradicionales miran a los cambios vertiginosos propios de la globalización como una conquista cultural de Occidente, y responden a ella violentamente.
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