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El otro

Sergio Bergman

Sergio Bergman nos invita a pasar de la mera aceptación del otro a la celebración de las diferencias: “Ya no solo te tolero o te acepto: me alegro y festejo porque tu existencia tiene un aporte único e irrepetible para mí”.


El otro

Nos preguntamos quién es el otro. El otro es la manifestación del espíritu creador, que me convoca a integrar su diferencia a la mía, para ya no solo sumar, sino hacer exponencial la capacidad de ambos en el encuentro, que no nos confunde, anula o superpone, sino que nos propone celebrar la diferencia como común unidad de la familia humana, planetaria y cósmica.

Invitar al otro a habitar el hogar de mi ser, sin temer dejar de ser quien soy, ni proponer al otro que se modifique.

Restituir la unidad en esa dimensión interior me permite invitar al otro a habitar el hogar de mi ser, sin temer dejar de ser quien soy, ni proponer al otro que se modifique. Así, la interacción de enriquecimiento en el intercambio será una verdadera celebración del encuentro con lo humano, que expresa lo divino en la diferencia en la que Di-s nos creó. Es en la diferencia del ser donde creamos y recreamos el mundo y nuestra existencia dentro de él, desde el origen y destino de nuestra diferencia en el hacer.

La diversidad

Uno de los nuevos modelos que la espiritualidad propone es celebrar la diferencia. Lo que la humanidad supo, quiso y pudo hacer con la diferencia va marcando el grado de evolución de sus valores. Hay un primer nivel en la evolución espiritual, que es tolerar la diferencia; entonces, nos organizamos en sociedades y en estados. Si no “aguantas” al otro, lo toleras y no lo matas por ser diferente.

El segundo estadio es la aceptación del otro como alguien que no solo merece vivir, sino que me aporta algo, y no lo quiero subordinar, reclutar, cambiar. El siguiente estadio, al que nos avecinamos, es celebrar la diferencia. Ya no solo te tolero o te acepto: me alegro y festejo porque tu existencia tiene un aporte único e irrepetible para mí. Así se empieza a entender que unidad no es homogeneidad, y que no soy yo la totalidad. Esto es la unidad en la diversidad, y así se ve lo necesario de lo diverso para restituir una unidad en la que cada parte es importante.

Nuestra sociedad está basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Yo apelo a la fraternidad porque supongo que, si hay fraternidad, podremos lograr libertad y equidad.


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