Compartimos la carta que el hermano David Steindl-Rast envía a su comunidad benedictina. Una invitación a buscar el silencio interior, y desde ese silencio responder a los desafíos que nos plantea la Vida en estos momentos.
Queridos Hermanos, esta pandemia es una oportunidad única para detenernos, volvernos hacia nuestro interior, y quedarnos quietos –quedarnos en silencio. Si somos llamados a asistir a los enfermos, a quienes están en peligro por su situación económica, o a quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones, tenemos que responder inmediatamente. Pero, aún si así fuera, nuestra respuesta tendrá que surgir del silencio; solo entonces será posible que nuestro servicio dé fruto.
Encuentro desalentador que tanta gente se sienta llamada a contribuir con sus propias ideas y consejos a las instrucciones médicas y las directivas gubernamentales. Son bien intencionados, pero qué pena que tengan que apresurarse a decir algo; qué modo de desperdiciar esta oportunidad única para dejar que se profundice el silencio. Por favor, expongámonos indefensos al silencio, un poco más de tiempo cada día, hasta que ese silencio se vuelva bastante incómodo, e incluso más que incómodo.
Por comentarios en los medios públicos, parece que nuestro mundo todavía está dividido en dos: entre los que añoran que las cosas vuelvan a ser como fueron, y los que consideran que ese sería el peor resultado posible – un crecimiento ilimitado en un planeta limitado. Las palabras que no surjan del silencio solo podrán dividirnos más aún. Se necesitará de mucho silencio antes de que podamos encontrar las palabras que nos unan.
“En el silencio y la confianza estará vuestra fortaleza”.
–Isaías 30,15
Con sincera gratitud hacia quienes ofrecen palabras de consuelo a los demás desde un silencio compasivo, quisiera dejar las últimas palabras a Abba Pambo, uno de nuestros antepasados en la vida monástica:
Teófilo, el arzobispo de Alejandría, vino un día a Scetis. Los hermanos que estaban reunidos le dijeron al Abba Pambo: “Dígale algo al arzobispo que le sirva como enseñanza”. El anciano respondió: “Si mi silencio no le ayuda, ninguna palabra mía lo hará”.
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Liliana dice:
11 noviembre, 2020a las00:15Lo admiro profundamente. Gracias por tan bella reflexión.
Susana Guersanik dice:
10 noviembre, 2020a las09:39Emociona, conmueve y admira, la paz y profundidad de Brother David… ojalá tuviéramos más personas como él, para ayudarnos a pensar permanentemente y llevar a cabo, el cambio que nos debemos como Humanidad…
Graciela Cristina Sárapo dice:
13 agosto, 2020a las19:32El silencio a veces se vuelve lágrima, hondura,autenticidad.
Jesús Guerrero dice:
13 agosto, 2020a las13:11Gracias por la reflexión, y cuando el silencio se vuelve bastante incómodo, incluso más que incómodo, que sigue? ó que se crea?, muchas gracias por sus comentarios, saludos Jesús Guerrero
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