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Mindfulness: “Estamos ante un cambio en el paradigma”

En el marco de la primera jornada de pedagogía consciente a realizarse en Uruguay, Christian Plebst dialoga acerca de la implementación del mindfulness en la educación.


Christian Plebst, neuropsiquiatra infanto-juvenil, es ya un visitante habitual de Montevideo. Plebst, quien ha dedicado su vida al trabajo con niños y especialmente aquellos con Trastornos del Espectro Autista (TEA), fundó junto a otros profesionales el Programa Argentino para Niños, Adolescentes y Adultos con Condiciones del Espectro Autista (Panaacea).
El próximo sábado 3 de agosto, Plebst estará en Uruguay para la primera jornada de pedagogía consciente titulada Mindfulness en educación: ¿moda o cambio de paradigma?
Sobre el seminario, el cambio en la educación y los desafíos que enfrentan los docentes en la actualidad, el neuropsiquiatra conversó con el diario uruguayo El País.

Entrevista por Mariana Malek

—¿Qué lo llevó a acercarse a las técnicas de mindfulness?

—Estuve pensando mucho en esto, sobre todo de cara a la charla. Son casi 30 años intentando entender el sufrimiento y la plenitud de la alegría, salud, bienestar y la felicidad tanto como psiquiatra de adultos como de niños y específicamente en los últimos 20 años en el área del autismo. En esa área, tuve la oportunidad de tener una ventanita para ver, por un lado, qué nos pasa cuando nacemos con cierto grado de desinterés o desconexión social y cómo hacemos entre todos para lograr que el mundo social vuelva a ser interesante para los niños y que ellos se quieran conectar. Para ellos debemos ser muy luminosos, para volver a interesar a alguien que ya está bien sin estar conectado. Entonces, mi experiencia profesional y de vida me dan una convicción muy fuerte que se une con la neurociencia, cada vez con mayor fuerza, convalidan que tenemos esa capacidad de desarrollar habilidades de conexión interior propias así como desarrollamos el aprender a leer y escribir.

Educación es poder guiar las capacidades, fortalezas e individualidades de cada persona, y no imprimir y formatear informaciones que provienen de un momento cultural.

—¿Estamos ante un cambio?

—Estamos en plena transición de un paradigma como alguna vez sucedió en la Edad Media y el Renacimiento. Podemos sentir y darnos cuenta porque ya tenemos suficiente historia para tomar conciencia de las capacidades nuevas. Hoy el gran desafío no tiene que ver con dar más conocimiento sino con dar nuevas facultades. Como todo cambio, implica resistencia de algunos grupos que se sienten amenazados, pero yo y muchas otras personas creemos que llegó para quedarse.

—Usted y su equipo proponen repensar lo que es la educación, la sabiduría, el amor, entre otros; ¿cuáles son las claves?

—Las definiciones que estudiamos en Facultad de Medicina o en el estudio de la educación como el magisterio fueron útiles y servían en el siglo pasado. El presente nos demanda algo diferente. Es una “re-evolución” de nuestras capacidades para desarrollar la paz, gratitud, calma y claridad que ya consideraban en la Antigua Grecia. Lo que muchos hablaban sobre aprender cosas externas pero hacer la suficiente pausa para equilibrar con una sabiduría interna. La palabra educar viene de euducer que quiere decir sacar de adentro, así que siempre supimos (y nos olvidamos) que educación es poder guiar las capacidades, fortalezas e individualidades de cada persona, y no imprimir y formatear informaciones que provienen de un momento cultural. Para guiar eso tenemos los adultos dar rienda suelta al quién soy yo. Comprenderme y aceptarme primero para luego hacerlo con los demás.

—¿Cuál es el principal desafío de los docentes al momento de aplicar estas técnicas en el aula?

—Hoy el principal desafío es el grado de estructuración y cómo se mueve el sistema educativo. El sistema educativo es uno de lo que se mueve con más lentitud. A la vez es el sistema que más potencialidad tiene de cambiar la forma de ver el nivel de conciencia de una cultura, comunidad, país o planeta. Sin embargo, como en todo en la naturaleza lleva un proceso, no puede imponerse. Debe dejarse a disposición programas de calidad para que puedan profundizar estas capacidades y respetar sus tiempos. Además, deben aggiornarse quienes toman las decisiones. En definitiva también hablamos del bienestar docente, porque no se puede ser ejemplo si no se desarrollaron esas habilidades.

—¿Cuáles son las técnicas para aplicar mindfulness en el aula?

—Hoy los docentes pueden aprender mindfulness en un módulo de ocho semanas y que se llama MBSR, por su sigla en inglés de reducción de estrés basado en la atención plena. En el curso se comprende de qué se trata la atención plena y sus prácticas. En el aula, los docentes pueden trabajar con los niños al mostrar las áreas que se desarrolla al aplicar la paz, el amor o la gratitud, así como el enojo. También se puede trabajar con ejercicios de respiración o tener un espacio donde leer mensajes positivos en el aula sobre paz, amor o gratitud. Hay muchas maneras. El mindfulness implica prestar atención de manera deliberada a lo que estoy haciendo y a la actitud que tengo frente a eso. Está comprobada que la práctica presenta mejoras en la memoria, mejoras cognitivas en la atención y mejoras hasta en marcadores biológicos como la hormona del estrés y del bienestar.

Entrevista aparecida en el diario El País.


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