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Otoño: conectar con el asombro

Fabiana Fondevila

La migración de las mariposas, el cambio de color de las hojas… todo es una invitación a asombrarnos, a “ver, nombrar y honrar la vida que nos rodea”.


Se las ve hace semanas, revoloteando por la ciudad. Por su vuelo de barrilete, podría parecer que pasean. Pero con solo seguirlas con la mirada unos minutos queda claro que ellas, las Cuatro Ojos (Junonia Genoveva Hilaris), van camino a algún lugar. Más precisamente: al norte, a pasar el invierno.

La migración ocurre todos los otoños, pero este año, por las lluvias y la eclosión de plantas nativas, el cielo se convirtió en un gran aleteo azulino (los machos) y pardo (las hembras), y ni los más indiferentes pudieron dejar de mirar hacia arriba.

Me gusta celebrar los cambios de estación. A diferencia de otras fechas más comerciales, los equinoccios y solsticios nos conectan con un movimiento real, aunque no siempre tan perceptible. Todos los habitantes de la Tierra -con los matices propios de cada latitud- acompañan la transición, y por unos días o semanas, recordamos que somos simples pasajeros en esta prodigiosa y poblada nave.

… y por unos días o semanas, recordamos que somos simples pasajeros en esta prodigiosa y poblada nave.

En otros otoños, he invitado a conectar con los pequeños giros: la caída paulatina de las hojas, el cambio de tinte en algunas copas, los rayos de sol más dorados, las sombras más largas.

Este año, quienes habitamos este rincón del mundo tenemos la dicha de presenciar cómo el giro de la Tierra en torno del sol impulsa a criaturas que nada saben de relojes ni calendarios a emprender una aventura osada. “¿Cómo saben cuándo, cómo, hacia dónde?”, podríamos preguntar. Si la respuesta fuese “instinto” quedaríamos, claro, a mitad de camino.

Entonces, mejor, suspiremos de sorpresa, deleitémosnos con el saber de las mariposas y los pájaros, celebremos a la Tierra que, fiel a sí misma, una vez más acerca flores a los amigos del norte; y, a nosotros, oros.

Para todos, despedidas; para todos, reencuentros.

En este equinoccio especial, un deseo: que podamos ver, nombrar y honrar la vida que nos rodea, sea que horade el barro silenciosamente para descansar, o que marque el norte con su vuelo.

¡Feliz otoño, compañer@s de viaje!
¡Feliz primavera!

Fabiana Fondevila

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