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Merton consideraba que una mala entendida “realización personal” es una de las mayores tentaciones de la actualidad. “El consumismo promueve una falsa idea de realización personal. Busca vendernos cosas que ninguno de nosotros compraría en su sano juicio, por eso lo que busca es apartarnos de nuestro sano juicio. Existe una forma de realización que lo único que deja realizado es nuestro falso ser. Lo que realmente importa no es obtener lo que más se pueda de la vida, sino poseernos plenamente para así poder darnos plenamente”. La aceptación de la propia persona, sobria y realista, era algo básico en el pensamiento de Thomas Merton.
“Debemos repensar la identidad de las instituciones, de modo que todo esté orientado a las personas. La institución debe estar al servicio del desarrollo individual. Una vez que se tienen personas plenamente desarrolladas, ellas serán capaces de hacer lo que se necesite. Hagamos lugar a las idiosincrasias. El peligro de toda institución es pasar a ser un fin en sí misma. Necesitamos, por lo tanto, comunidades centradas en la persona, no en la institución. Esta es la dirección que la renovación de las comunidades debe seguir”.
“Probablemente no hagan falta nuevas estructuras. Creo que lo que como religiosos queremos hacer es orar. Después de todo, ¿para qué nos hicimos religiosos si no queremos orar? Entonces, si lo que queremos es orar, oremos. Esta es toda la enseñanza acerca de la oración en la Regla de San Benito; está contenida en una sola frase: ‘Si un hombre quiere orar, que vaya y ore’. Esto es todo lo que San Benito considera necesario decir acerca de la oración. No dice ‘debe comenzar con una breve introducción, etc, etc’ Si queremos orar, simplemente oremos”.
“Al quitar todas las barreras y desaparecer los obstáculos, y al encontrarnos así con la oportunidad de orar como queramos, entonces vemos el verdadero problema. El problema está en nosotros mismos. ¿En qué fallamos? ¿Qué nos impide vivir una auténtica vida de oración? Quizás el problema es que en realidad no queremos orar. Éste es el problema a confrontar. Antes de cerciorarnos de ello, dábamos por descontado que queríamos orar, y supuestamente algo externo nos lo impedía. Este impedimento externo eran las estructuras. Llegados a este punto, nos damos cuenta de que quizás las estructuras nos ayudan. Si alguna estructura antigua nos ayuda, conservémosla. No caigamos en la manía de derribar estructuras por el solo hecho de ser estructuras. Lo que debemos hacer es descubrir aquello que nos ayuda. Y si eso que nos ayuda resulta ser una estructura medieval, conservémosla. Lo que importa no es que sea algo medieval o no; lo que realmente importa es que nos ayude a ser nosotros mismos y a vivir una vida de oración”.
Debemos repensar la identidad de las instituciones, de modo que todo esté orientado a las personas. La institución debe estar al servicio del desarrollo individual. Una vez que se tienen personas plenamente desarrolladas, ellas serán capaces de hacer lo que se necesite. Hagamos lugar a las idiosincrasias.
Reflexiones:-

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TERESA PACHECO dice:
26 septiembre, 2015a las23:22Desconocía totalmente la existencia de este monje que me parece fantástico, Ojalá lo hubiese conocido,comparto su pensamiento. GRACIAS
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