Instintivamente tendemos, por temor, a aferrarnos a las cosas. La fe es la actitud que nos hace superar ese temor, abandonar seguridades, y así entregarnos confiadamente a la vida.
Hay una sola realidad en la raíz de todo lo que distorsiona o destruye nuestra vida, y es el miedo. Simplemente tenemos miedo de estar vivos. ¿Por qué tenemos miedo de vivir? Porque estar vivos significa entregarnos, y cuando realmente nos entregamos, nunca sabemos qué nos puede suceder.
Mientras mantengamos todo prolijamente controlado, con nuestros objetivos bien claros, todo estará bajo control: no habrá ningún peligro… pero tampoco habrá vida. Un mundo en el que pudiéramos mantener todo bajo control sería tan aburrido, que estaríamos muertos; nos moriríamos de aburrimiento. La religión trata de eso: del temor a entregarnos, y de aquello que nos hace superar ese miedo.
Mientras mantengamos todo prolijamente controlado, con nuestros objetivos bien claros, todo estará bajo control: no habrá ningún peligro… pero tampoco habrá vida.
Lo que nos permite sobreponernos al temor es la valentía. De todos modos, la valentía es una forma contemporánea de expresar lo que la religión tradicional en sus diferentes versiones llamaba fe. Solemos tener un concepto equivocado acerca de la fe: pensamos que la fe significa creer en algo. Sí, efectivamente, significa creer en algo, porque si realmente confiamos en una persona, si realmente tenemos fe en un amigo, también implica que creemos algunas cosas acerca de ese amigo. Pero eso es muy secundario, y si nos quedamos solo con esta idea, nunca llegaremos a lo que realmente significa la fe.
Tener fe no significa principalmente aceptar dogmas o artículos de fe ni nada por el estilo. Tener fe es, en última instancia, tener una valiente confianza en la vida. La forma particular que toma nuestra propia fe religiosa depende totalmente de la época y el lugar, de la estructura social y de las formas culturales en las que nacemos, y existe una variedad infinita de ellas. Pero la esencia de nuestra fe es la misma en todo tiempo y lugar, y es el hecho de confiar valientemente en la vida.
Tener fe es, en última instancia, tener una valiente confianza en la vida.
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