Una vida plena es una vida vivida en plena comunión y armonía con los demás seres de la naturaleza. Descubrir nuestro verdadero Ser es sabernos parte viva del Universo; sabernos una porción del gran ecosistema de animales y plantas, piedras, astros en el cielo y tierra en el suelo.
El avance de la civilización ha implicado una ruptura de nuestros lazos con la naturaleza, con la consecuente alienación de nuestro verdadero ser “humanos”, hechos del “humus” de la tierra.
“En la actualidad, una de las grandes necesidades de la familia humana es volver a conectarnos con la naturaleza. Hay dos actitudes posibles hacia todas las cosas: usarlas o disfrutarlas. Desde pequeños, especialmente en la escuela, hemos sido entrenados para usar cosas, pero no para disfrutarlas. Respecto de la naturaleza, lamentablemente ha predominado la primera actitud: ‘¿Cómo puedo usar la naturaleza?’ Y así por ejemplo hemos construido diques, sin importarnos el daño que le causamos al río, a los animales que viven en él, o al medio ambiente… Afortunadamente, hoy hay mucha gente que va a la naturaleza solo para disfrutarla. En nuestros días, muchos visitan los bosques sin pensar cuánta leña pueden juntar, sino solo para gozar del bosque. Ésta es la actitud que necesitamos” (David Steindl-Rast).
Una invitación a redescubrirnos como parte del paisaje, y sabernos tan sujetos a las estaciones como cualquier otro ser vivo del planeta. Respondamos al llamado del invierno.
La vida y las palabras de Mary Oliver son una invitación a una plenitud vital que nace del éxtasis ante lo que nos rodea, “en el cruce de caminos entre naturaleza y espiritualidad”.
La conexión con la naturaleza es una necesidad del espíritu humano. En este taller se propondrán actividades para profundizar esa comunión, en un hermoso marco natural. La cita es el próximo 27 de enero.
En el hemisferio sur, la noche del 20 de junio es la más larga del año, y marca la llegada del invierno. Acoger el frío como un regalo es parte del sabernos uno con la naturaleza y sus ciclos.
Instituído por las Naciones Unidas, cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo lema este año es “Conectar a las personas con la naturaleza”.
La llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte nos habla de la fecundidad de la espera: los frutos que hoy vemos en el árbol son producto de un proceso lento y que se toma sus tiempos. Así, al conectarnos con la naturaleza podremos reproducir en nosotros esa paciencia fecunda.
El otoño estacional remite a un otoño del alma, interior. Las hojas que caen de los árboles nos invitan a devolverle a la vida, como agradecimiento, aquellas hojas que visten nuestra propia existencia.