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El sentido de la vida

Todos tenemos un motor interno, algo que nos empuja a vivir, a luchar, a buscar lo que queremos. Ese motor es el sentido de la vida. Reflexiones tomadas de Viktor Frankl y otros autores.


Cuando sus pacientes le contaban cuánto sufrían, el psiquiatra Viktor Frankl les preguntaba por qué no se suicidaban. Había mil respuestas diferentes y todas válidas: para algunos de los pacientes el motivo para seguir viviendo estaba en los hijos, la pareja, el arte, una vocación, etc. La misma experiencia tuvo Frankl durante su cautiverio en el campo de concentración de Auschwitz. En su libro El hombre en busca de sentido, asegura que quienes lograron sobrevivir, lo lograron porque tenían algo por lo que valía la pena seguir viviendo.

Viktor Frankl fue el creador de la logoterapia, una terapia a través de la cual se busca el sentido de la vida. Según él, a menudo encontramos el sentido de la vida gracias a una percepción positiva del mundo, que hace que nos fijemos en detalles cotidianos o pequeñas cosas que nos suelen pasar inadvertidas. Dicho sentido no es general ni aplicable a todos, sino que cada uno debe encontrar el suyo propio.

Frankl propone caminar por la vida contestando de manera responsable a lo que se nos propone. El ser humano tiene el poder de decidir cómo enfrentarse a los hechos, aunque no pueda elegir esos hechos. Por eso, preguntas como “por qué tengo que pasar por tanto sufrimiento” o “qué he hecho yo para merecer esto” son estériles. En vez de eso, más vale preguntarse qué actitud tener ante aquellos hechos que no se pueden cambiar.

Aquel que tiene un porqué para vivir, se puede enfrentar a cualquier cómo.
—Friedrich Nietzsche

En su libro El sentido de la vida o la vida sentida, el psicólogo Xavier Guix introduce otro matiz: para encontrar el sentido de nuestra vida debemos revisar el pasado y entender qué motores nos han empujado a actuar como lo hemos hecho. Pero, por encima de todo, Frankl y Guix coinciden en que el sentido de la vida hay que buscarlo mientras vivimos. De la importancia de ello también nos advirtió Nietzsche: “Aquel que tiene un porqué para vivir, se puede enfrentar a cualquier cómo”.

Para Francesc Torralba, filósofo, teólogo y catedrático de ética en la Universidad Ramon Llull de Barcelona, el sentido de la vida se construye; no se halla. La persona que vive con sentido se enfrenta más fácilmente a cualquier contrariedad, por dura que esta sea. El sentido se convierte en su fuerza motriz y su empuje.

Dar sentido a la vida es atreverse a conjugar otros verbos: pasear, conversar, mirar, acompañar, amar…

Tenemos que dar sentido a la vida, ahora y aquí y a cada instante, conjugando verbos que dan sentido al presente. En la sociedad de masas el que más se conjuga es consumir. Dar sentido a la vida es atreverse a conjugar otros verbos: pasear, conversar, mirar, acompañar, amar…

El antídoto del vacío que nos provoca la falta del sentido de la vida no es la evasión, ni los fármacos, sino la apuesta por la autenticidad o el vivir conforme al yo. Una persona vive de manera auténtica cuando trata de hacer de su vida un proyecto personal, una obra de arte, y cuando no admite que su vida tenga un guión ya escrito.

Resumido del libro El oficio de vivir bien, de Gaspar Hernández.

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