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Saludos de Pascua de Br. David

David Steindl-Rast

Br. David nos invita a construir una sociedad a imagen de la naturaleza, una red global solidaria en la que pasemos del individualismo al pensar y actuar como familia humana.


¡Saludos y bendiciones en este tiempo pascual!

Durante la Cuaresma, el aleluya nunca se canta en la liturgia de las horas del monasterio. Esta jubilosa exultación no volverá a sonar hasta la noche de Pascua. Hace poco, sin embargo, soñé que cantaba el aleluya con gran entusiasmo. La alegría que sentí en mi sueño me recordó que era momento de enviar un saludo de Pascua.

Ya sea primavera, como en otras partes del mundo, u otoño, como aquí en Argentina, lo que me fascina en esta estación es el cielo, especialmente un cielo con bandadas de aves migratorias partiendo o llegando. ¡Podemos aprender tanto de nuestros pequeños hermanos emplumados! Sus veloces y coordinados cambios de dirección prueban que poseen una orientación comunitaria sin perder su individualidad.

¡Si solo pudiéramos aprender de ellos! Qué importante sería para nosotros, sin perder nuestra independencia, pensar siempre en términos de interdependencia. Si solo, ante cada decisión importante, pudiéramos pensar primero en la totalidad de nuestra familia humana, tal como naturalmente una madre piensa en su familia cada vez que piensa en sí misma.

Jesús pensaba de ese modo. Él enseñó una forma de vivir juntos que llamó “El Reino de Dios” y que nosotros podríamos llamar “La Familia de Dios”, una vida comunitaria más cercana a la vida de las aves que al orden social de su tiempo y del nuestro. Jesús dijo: “Miren las aves del cielo” (Mateo 6,26) y fundó una comunidad solidaria. Era, como diríamos hoy, una comunidad “modelada en la naturaleza”; naturaleza en cuyo más profundo misterio encontramos a Dios.

Por este ideal Jesús vivió y por él tuvo que morir, ya que la pirámide egocentrista del poder reconoce rápidamente lo que la amenaza en sus cimientos. Roma castigaba esta amenaza no violenta con la crucifixión. Pero todos los que estaban dispuestos a vivir como familia de Dios se salvaban de ese egocentrismo letal, del letal “pensar solo en mí”.

Fue algo catastrófico que la iglesia pronto cayera de la estructura de comunidad a la estructura de la pirámide de poder, propia del imperio romano. Pero dentro de ese marco, y a pesar de él, las comunidades continuaron surgiendo, reproduciendo el ideal original; por ejemplo, los primeros discípulos de San Francisco, el amante de las aves. Cada comunidad monástica es también un intento de vivir como Familia de Dios. San Benito dice a sus monjes: “No hay que dedicarse a lo que uno juzga útil para sí mismo, sino más bien a lo que uno juzga mejor para los demás”; esto es, “el pensar en nosotros”.

Actualmente en todo el mundo se están formando grupos que nunca escucharon hablar del “Reino de Dios” pero que están pasando del “pensar solo en mí” al “pensar en nosotros”, e inspirándose en la naturaleza para darle forma a su estilo de vida compartido. Su respeto a la naturaleza, ya sea que lo sepan o no, es el respeto a Dios, quien nos confronta como el más profundo misterio de la naturaleza.

Es tiempo de transformar estos pequeños comienzos en una red global de pensamiento solidario, para que toda la familia humana pueda trabajar unida y cantar unida.

Esta es mi mayor esperanza y mi deseo para todos nosotros.

Hermano David


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