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Salir de la caverna

Al igual que la paciencia, la gratitud se pone a prueba en momentos de desencuentros, miedos, dificultades… “Ni la paciencia ni la gratitud pueden desarrollarse dentro de una cueva, sino que crecen al exponerse al desorden y al conflicto para luego poder liberarse”.


Salir de la caverna… y exponerse a las luces y sombras de la vida

La semana pasada, para comenzar mi encuentro semanal con el grupo de meditación que presido, cada uno de nosotros puso por escrito alguna cosa física por la cual estamos agradecidos, luego una persona hacia quien estamos agradecidos, y por último una capacidad (como caminar, pensar, respirar, sentir) por la cual estamos agradecidos. Luego, cada uno pasó su lista a la persona de al lado, y las leímos al grupo en voz alta, mientras cada uno, al escucharlas, trataba de sentirse agradecido por cada cosa que era objeto de gratitud de los demás. ¡Y dio resultado! Con un poco de imaginación, podemos sentirnos agradecidos por algo que normalmente no agradecemos, por una capacidad de la que no hemos disfrutado directamente, y por la existencia de una persona a la que nunca hemos conocido, especialmente si hay alguien que nos une (una persona que conocemos en común, como en este caso).

En nuestro grupo de meditación, como en la vida, tratamos de aprender a ser agradecidos, pacientes y ecuánimes en toda circunstancia. Con este espíritu, Pema Chödrön cuenta esta historia:

Un ermitaño muy conocido por su austeridad había vivido retirado en una caverna durante veinte años. Un maestro poco convencional llamado Patrul Rinpoche se presentó en la caverna, y el ermitaño humilde y dulcemente lo invitó a entrar. Patrul Rinpoche le preguntó: “Dígame, ¿qué ha estado haciendo usted aquí?” “He estado practicando la perfección de la paciencia” le contestó el ermitaño. Poniéndose muy cerca del ermitaño, Rinpoche dijo: “Pero a un par de sinvergüenzas como nosotros, la paciencia no nos importa mucho. Hacemos esto solamente para conseguir la admiración de los demás, ¿no es cierto? Lo hacemos solo para que la gente piense que somos una gran cosa, ¿no?” Y el ermitaño comenzó a irritarse. Pero Rinpoche no se detuvo; siguió riéndose, y palmeándolo en la espalda le dijo: “Sí, nosotros seguro que sabemos engañar a la gente, realmente lo sabemos. Apuesto a que le traen muchos regalos, ¿no es verdad?” Y en ese momento el ermitaño se paró y le gritó: “¿Para qué vino acá? ¿Por qué me atormenta? ¡Váyase y déjeme en paz!” Y entonces Rinpoche le replicó: “¿Dígame, dónde está su perfección de la paciencia?”

Ese es el punto. Podemos crear una situación ideal en la cual tenemos una muy alta opinión de nosotros mismos, pero ¿qué hacemos cuando llega el momento de ponernos a prueba?

La capacidad para agradecer de verdad no aumenta rodeándonos solo de cosas agradables. La adversidad y la confusión nos ofrecen la oportunidad para crecer y desarrollarnos.

Ni la paciencia ni la gratitud pueden desarrollarse dentro de una cueva, sino que crecen al exponerse al desorden y al conflicto para luego poder liberarse. La paciencia puede desarrollarse verdaderamente cuando aprendemos a permanecer firmes en medio del desacuerdo, el miedo, la ira y el agobio emocional. Con la gratitud pasa lo mismo. La capacidad para agradecer de verdad no aumenta rodeándonos solo de cosas agradables. Como el hermano David ha señalado, la adversidad y la confusión nos ofrecen la oportunidad para crecer y desarrollarnos, quizás en la fortaleza, en la creatividad o en la fe. Y por cada oportunidad que tenemos, podemos estar agradecidos.

Michael Lipson

Artículo reproducido con permiso de gratefulness.org


Michael Lipson, quien perdió a su hijo adolescente Asher a causa de un cáncer, es psicólogo clínico y vive con su familia en Massachusetts, Estados Unidos. Es también instructor de meditación y autor de los libros Escalera a la Sorpresa y Meditación en Grupo.


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